El último enigma

Publicado el 15 junio 2024 por Rubencastillo

Estamos en Flandes, en el año 1564. En medio de la noche, la puerta del doctor Jacob Palmaert es golpeada nerviosamente por el abogado Bartolomé Loos, quien insiste en que lo acompañe a su casa, porque necesita de sus servicios como galeno especializado en enfermedades mentales. El doctor, mientras lo acompaña, se entera de que el abogado Loos es uno de los miembros de la Hermandad del Enigma de Salomón, y que el motivo de su angustioso requerimiento se basa en que los demás componentes de dicha sociedad, tras recibir un mensaje esotérico y leer su contenido, han ingresado de forma unánime en una extraña locura.

Pronto se incorpora a la trama, en una trayectoria anexa, el joven Ismael, sobrino del canónigo Sebastián Leiden. El muchacho trabaja en una posada, pero en realidad lo que está haciendo es controlar a los viajeros que transitan por la misma. Al fin llega alguien que atrae su atención, y el chico le comunica a su tío que, en su opinión, el recién llegado es un Maestro de Enigmas de la Hermandad. De hecho, y viendo que el desconocido se va de la posada antes de lo esperado, se apresta a perseguirlo a una distancia prudente. Se trata (lo descubrirá pronto) de Juan de Utrecht, un hombre sigiloso, precavido e inteligente, que se mueve con la habilidad de un felino y al que no resulta fácil espiar o controlar. Pero es que a la suma de inconvenientes que debe superar Ismael se suma el nombre de Lucas Lauchen, un inquisidor que, obsesionado con la figura de Juan de Utrecht, ha contratado a dos asesinos profesionales para que lo maten… y para que maten de igual modo al chico que lo acompaña.

Entretanto, los enfermos mentales retenidos en la mansión del abogado Loos no dejan de empeorar, ante el desconcierto del doctor Palmaert, quien no se muestra capaz de sanarlos. Uno de ellos, incluso, se suicida.

En ese punto entra en juego la prodigiosa habilidad novelística de Joan Manuel Gisbert, quien comienza a dar giros a la acción hasta conseguir que los lectores vayan de asombro en asombro, vertiginosamente embriagados. Una anagnórisis muy bien trenzada en los capítulos finales cambiará con inteligencia el rumbo de la obra. Una brillante narración, marca de la casa.