El hecho de que este libro haya pasado más o menos desapercibido cuando se publicó no puede menos que sorprenderme, porque he pasado unas horas trepidantes leyéndolo y, por las poquitas reseñas que he leído, no he sido la única; así que me ha parecido un poco raro que no haya llegado a más lectores. O igual es que yo no me enteré en su momento, pero creo que me hubiera llamado la atención.
Primero comentar que A. J. Kazinski es solo un pseudónimo. El libro está escrito por dos daneses: un director de cine y un escritor y, ahora que lo he terminado y leo esta información, no me extraña lo más mínimo, porque al leerlo tienes también esa sensación de que es como una película de acción.
En cuanto al argumento, también es muy peliculero: por todo el globo comienzan a producirse unas muertes muy extrañas; separadas una semana unas de otras, pero siempre a la misma hora y en las mismas condiciones; los cadáveres aparecen con unas marcas en la espalda y, horas antes de morir, se quejaban de sentir como si se estuvieran quemando por dentro. El policía veneciano Tommasso ha estado recolectando toda la información posible, pues el caso le está intrigando, y ha enviado sus apuntes por el correo de la Interpol, para ver si alguien puede colaborar con él y detener al supuesto asesino. Niels Bentzon, un negociador de la policía danesa, se interesa también por el caso y decide actuar para averiguar qué está pasando.
La conclusión a la que llegan es la siguiente: en el Talmud, compendio de libros sagrados judíos, se nombra la existencia de 36 hombres justos en la Tierra y, por lo que parece, estos hombres son los que están siendo asesinados. Las consecuencias para la humanidad serían terribles si todos ellos mueren, pero estas personas no saben que son los 36 justos y, por tanto, Niels tampoco sabe quiénes son. Comienza a buscarles por lo más obvio: presidentes de ONGs y gente así, pero pronto descubre que está perdiendo el tiempo. ¿Quiénes son los justos? Con ayuda de Hannah, una astrofísica, van descubriendo más pistas sobre los lugares y las personas, y poco a poco se van acercando a la verdad.
Si hay que describir con una palabra el libro, es trepidante. Todo sucede rapidísimo y, como digo, sientes que estás viendo una película en lugar de estar leyendo una novela (sensación que he tenido también con la Trilogía de la oscuridad, que ya reseñaré más adelante). De hecho, hubo un momento de la historia en la que casi tenía que recordar a mis pulmones que debía seguir respirando si mi intención era vivir y, por ende, seguir leyendo; porque te estás con el corazón en un puño, toda tensa y sin apenas coger aire de los nervios que pasas. Al principio nos muestran los diferentes escenarios, en capítulos cortos que el lector no es capaz de relacionar entre sí, pero que te enganchan irremediablemente. Luego todo va tomando forma y los acontecimientos se suceden a velocidad de vértigo. Esta vez el policía protagonista, Niels, me ha gustado mucho; cosa rara porque sabéis que al final todos los personajes que son policías me parecen iguales. Es un hombre atormentado, pero es que tiene una peculiaridad que le hace totalmente distinto a los demás protagonistas de este tipo de novelas: padece una especie de fobia que le impide viajar, y esto le causará no pocos problemas a lo largo de la historia. También me gustó la explicación sobre los justos, los toques de conocimiento que aporta Hannah, y la resolución final del caso.
Eso sí, también tengo que decir que hacia el final me pareció que flojeaba un poquito, que no era tan emocionante como lo que había leído anteriormente; pero no desluce el resultado final, creo yo y, además, se agradece no entrar en parada cardiorrespiratoria dos veces con el mismo libro