Los pueblos del Valle Estrecho, unidos por las aguas del río Ribera como si de hermanos de sangre se tratase, comparten y han compartido a lo largo de su historia muchas otras características. Todos ellos presentan agrupados núcleos que no superan las cuarenta casas; unas viviendas que en algunos casos han sido modernizadas y en otros conservan aún magníficos testimonios de la arquitectura tradicional. Hubo también hogares que acabaron en ruinas por el irremediable paso del tiempo y por la no menos irremediable marcha de sus propietarios en busca de una vida mejor. Y es que, los 'rejoneros', 'perejiferos' y 'lentejeros', como se apodaba a los vecinos de Rebanal, San Martín y Ventanilla, respectivamente, se cansaron del duro trabajo en el campo que apenas les permitía llevar un bocado de pan a la boca de sus hijos. No resulta, pues, extraño, que algunos, la mayoría, optaran por emprender la marcha para dejar atrás la vida de inagotable trabajo y sacrificios que durante generaciones soportaron sus padres, abuelos, bisabuelos ... Como describe muy bien Dámaso Martín, hoy uno de los asiduos visitantes de San Martín, "marchó uno, le fue bien, y así empezó la emigración... "
PublicacionesEl adiós del Valle Estrecho a sus viejas tradicionesNatalia Calle FaulínEditorial Aruz, Julio 2008