"El último metro" de François Truffaut

Publicado el 07 abril 2010 por Troncha
Ya iba siendo hora que en este particular rincón le fuéramos haciendo un hueco al maestro francés, si mi memoria no me falla creo que es la primera entrada de una de sus películas. La verdad es que no tenemos perdón de ninguna de las maneras, haber relegado durante tiempo al principal precursor de la Nouvelle vague, a un exacerbado amante del cine, que incluso en ocasiones declaró que lo consideraba más importante que la vida misma. Y que prefería ver esta por la prisma imaginario que le ofrecía el séptimo arte que por el de la realidad en si.
La historia de "El último metro", se sitúa en los años de la Francia ocupada durante la segunda guerra mundial. Como ocupantes de territorio galo, los nazis imponen, entre otras muchas cosas, el toque de queda a los habitantes de París, por tanto a diario se apresuran para coger ese último metro que les lleve a sus domicilios antes de que las calles queden desiertas.
Si atendemos a esta breve introducción podemos pensar que Truffaut se adentra en los entresijos de la gran conflagración mundial y que nos llega a situar frente a un film político, nada más lejos de las intenciones del realizador. Ni siquiera debemos pensar que utilice dicha etapa de la historia de Francia para tomar una actitud moralizadora sobre ella. Este entorno para lo que realmente le sirve es para realizar con este film su particular homenaje a la gente del teatro.
Los personajes que perfilan su película viven prácticamente ajenos al conflicto que les rodea, por supuesto que sus vidas están determinadas por ello, incluso algunos de ellos van a participar de forma activa. Pero eso no es lo realmente importante de la película, lo que interesa son los sentimientos y las relaciones en el grupo. Dejando quizás la duda al espectador de si en aquellos tiempos y viendo lo que estaba ocurriendo en el resto de Europa, lo propio era hacer teatro o tomar un arma y marchar al frente a luchar por la libertad.
Elogiar la interpretación de los dos protagonistas Marion Steiner (Catherine Deneuve) y Bernard Granger (Gérard Depardieu), sobre todo la de ella, mujer entre dos mundos y dos hombres. Aunque en honor a la verdad he de decir que lo que menos me creo de toda la historia es la historia de amor que surje entre ambos, lo hace de manera espontánea, poco elabora y para mi nada verdadera. Es como si el realizador hubiera forzado un poco la máquina para mostrarnos a una Deneuve mucho menos fría (más apasionada) que en otros trabajos suyos.
El hecho es que a través de la fantástica actriz nos muestra esos dos mundos que coexistieron durante esa y otras conflagraciones bélicas, el de la superficie, lleno de hipocresías y disimulos, ambas posturas necesarias para poder conservar la vida. Por otro lado el mundo subterráneo, el habitado por los perseguidos por los que no pueden arriesgar un ápice ya que su vida se resolvería de inmediato. Pues entre ambos planos es donde ella se mueve como pez en el agua, en una especie de descenso al infierno y ascenso a los cielos.
TRONCHA