“Uomini sul fondo” en el 41 y “Uomini e cieli” en 1943 - aunque estrenada en el 47 y así aparece en los pocos libros que aún se dignan en mencionarla - son hoy día dos anticuallas del simplón y tendencioso cine fascista, la mitad de una tetralogía que completan "Alfa Tau!" y "Marinai senza stelle".
Verlas, como análogamente pasa con la filmografía de Veit Harlan en Alemania - del que yo al menos tengo "Opfergang" en un pedestal - es para muchos cinéfilos, perder el tiempo, cosa de arqueología a lo sumo, para comprobar lo burdo o sutil de las manipulaciones históricas y políticas perpetradas.Todavía “Uomini sul fondo” (en la que trabajó Mario Bava, que lo defendió y admiró cada vez que le preguntaron por él), por aquello de que es un film prácticamente documental (de Robertis era Oficial de Marina), sin actores, que recoge las maniobras de unos buzos para rescatar a compañeros atrapados en un submarino - y por tanto más asimilable a lo que hicieron Aleksandr Dovzhenko en Rusia o más certeramente Humphrey Jennings en Inglaterra - habría resistido mejor (se entiende que sin verla) el paso del tiempo. No estarían muy contentos los grandes teóricos soviéticos del mudo si pudiesen comprobar lo penalizado que ha sido el montaje (todo lo que vemos en un documental es “lo que sucedió en realidad”) con la evolución de los gustos cinematográficos, sobre todo frente a la interpretación y la música y el escaso poder que es capaz de detectar una gran parte del público en la forma y el orden en que se disponen las imágenes.Si además uno se decide a verla, quedará recompensado y quizá sorprendido por la precisión y fuerza de sus imágenes. Como muchos Ford enmarcados en el género bélico, será fácil sentir emoción - y estéril tratar de evitarla - cuando, sin épica de pacotilla, se eleve esa bandera en el último rollo del film. Para entonces puede que nos hayamos dado cuenta que no es el servicio prestado a la patria, ni el elogio de la milicia lo que trata de destacar de Robertis al filmar las acciones de estos hombres, sino que lo que le interesa es documentar el compañerismo reforzado por la urgencia, el sacrificio exacerbado por la amenaza y hasta el buen humor que puede haber cuando se trabaja a gusto, términos que hoy día quizá nos parezcan que no pueden ir ya en la misma frase.
Se trata tanto de vivir con los estragos de la guerra cómo de afrontar el futuro, todo visto a través de la mirada apesadumbrada del Teniente Nurus (y en la curiosa y alegre que le devuelve Elena, la chica que lo idealiza), que debe poner a prueba su capacidad para encontrar motivos para mirar al futuro, aún viviendo rodeado de motivos para perder la esperanza.
Son muchos los momentos privilegiados en "Uomini e cieli" y quizá lo mejor sea invitar a quien no la haya tenido en cuenta a tratar de verla sin ningún tipo de prejuicio.