Hará como unos cuarenta años, según el calendario estelar vigente, nos dio a un amigo, Antonio, y al suscribiente por marchar a pasar el fin de semana en el precioso lugar de Tolibia de Arriba, Real Encartación del Curueño; para tal efecto marchamos en el primer tren de la mañana que nos transportó hasta Valdepiélago, estación del norte.
Pasados unos años y ya olvidada la etapa de cuevero me sorprendió la noticia de que Beny, una amiga de mi hermana, con unos amigos habían entrado en la sima del figura y encontraron ¡a los hombres de Arintero! Me alegré mucho por los exploradores, sinceramente; hay momentos en la vida en que tienes que pasar página, y yo dejé de andar buscando cuevas y pasé a ¿subir El Susarón? La moraleja de este relato es que estén siempre atentos a tomar el último tren para Legión, y las rubias…Dios dirá.
Daniel Paniagua Díez