El último viaje del Tren Burra

Publicado el 10 noviembre 2021 por Monpalentina @FFroi

"Corría el mes de Julio del año 1969....."

Me presta iniciar este escrito como, mediado el siglo pasado, nos comenzaban los cuentos e historias a los chiguitos palentinos. El 11 de Julio se cumplieron 52 años de un hecho inolvidable cuando, de sobremesa en la Calle de las Monjas -ya no vivíamos en la de San Juan-, en nuestro primer televisor en blanco y negro vimos aparecer las imágenes del último viaje del Tren Burra. Su edad no era para morir pues sólo tenía 85 años y para un tren eso no es nada. Le sabíamos muy enfermo y en su batallar con camiones y coches había perdido. Apenas brillaba cuando lo utilizaban para filmar algunas escenas de películas del Oeste. El reportaje reflejaba sus últimos momentos y nos provocó abundantes lágrimas, a mi madre y a mí. Muchos eran los recuerdos y mucho lo que perdíamos. Mayor hubiera sido la emoción si mi recordado padre, ya fallecido, nos hubiera acompañado. Su vida estuvo totalmente dedicada al entrañable trenín. En 1911, con 17 años, comenzó a trabajar poniendo traviesas en el ramal de Palencia a Medina de Rioseco y, puesto en circulación, fue uno de sus primeros fogoneros, después maquinista y conductor del primer automotor a gasoil. Me hace feliz saber que fue muy querido y conocido por las buenas gentes del tren y por los lugareños como "El señor Julián, el maquinista". Muchos han sido los testimonios personales que me lo han confirmado. Y me honra recordar que me conocieron como "Julianín, el hijo del maquinista". La biografía del entrañable trenín es corta. Su nombre era "Ferrocarriles Secundarios de Castilla" y en 1884 comenzó a circular entre Valladolid y Medina de Rioseco. En 1912 inició su rodadura entre Palencia y Medina de Rioseco. Y en 1915 se puso en marcha de Medina de Rioseco a Palanquinos. Siendo tan breve su biografía su vida fue muy intensa, pues su lento rodar y su inconfundible traqueteo, renqueante y resoplador, dejando atrás el inolvidable penacho humeante, proporcionó mucha vida al ancestral Aratoi vacceo, corazón de Tierra de Campos, contribuyendo a sacarla de su secular aislamiento.

Grande es su anecdotario, relacionado con su proverbial lentitud. Se ha hecho consustancial a su nombre el bajar a coger uvas o para otros menesteres y montar a la carrera, especialmente en conocidas cuestas. ¡Cuántos viajes inolvidables, felices encuentros y tristes despedidas tuvieron lugar en sus andenes! Son muchos los recuerdos que me vienen a la memoria. Uno pudo ser vital para nuestro tren: "Corría la triste postguerra... Cuando tres amigos: El ministro del Aire de Franco, General Kindelán, el gobernador de León, D. Carlos Pinilla, y el alcalde de Valencia de Don Juan, D. Luis García, tenían completamente planificado el unir el aeródromo militar de La Virgen del Camino con el de Villanubla y el Tren Burra con su hermano, El Hullero, que va hasta Bilbao." Todo estaba listo para la firma final en el Consejo de Ministros pero, unos días antes, el general Kindelán "se esquinó con Franco", según mi muy fiable informador. El Caudillo le destituyó y se fue al traste el proyecto, que hubiera supuesto la vida para el tren. Sólo me queda "Lo que aún puede ser", para seguir teniendo memoria del entrañable Tren Burra, aparte de algunas recuperadas estaciones y la reconversión en Vía Verde del ramal palentino y otras partes de sus tramos para cicloturistas y caminantes. Y está pendiente la feliz idea de las Diputaciones de León y Valladolid de convertir, también en Vía Verde, el largo tramo de Medina de Rioseco a Palanquinos. Todo es merecedor de especial agradecimiento por los que estamos muy unidos al tren, siguiendo lo "De bien nacidos es ser agradecidos". Espero que estas sentidas líneas hayan servido como mi penúltimo homenaje al querido Tren Burra, Secundario o Charango, que fueron sus nombres. Bien merecido tiene un homenaje institucional. Que así sea.

Una historia de Julián González Prieto