Una joven institutriz cuyo futuro laboral ve un tanto incierto, y que alberga cierta frustración en el terreno sentimental, decide aceptar una oferta de trabajo.El puesto la sitúa en un paraje solitario en la costa inglesa. En una zona que, según los mapas, parece alejado de todo y abandonado en el tiempo. Pese a todo, la oferta le parece una oportunidad que no puede rechazar. Tal vez le aporte una experiencia profesional insustituible, y la separación de su pareja, la ayude a centrar su vida y fijar sus prioridades. Lo único que no sospecha es que su alumnado no será infantil, sino la propia señora de la mansión.
La soltura narrativa de Iris Murdoch me ha dejado patidifuso. Nos encontramos ante un estilo,limpio, completamente transparente, que nos lleva en volandas de una frase a la siguiente; muy sencillo de leer, pero que encierra una gran calidad estética. En cada palabra se aprecia que Murdoch era una escritora perfeccionista que no pegaba puntada sin hilo. Pese a ser tremendamente ágil, se observa una clara tendencia a la elegancia y a la corrección formal.Al principio de la novela parece entreverse un cierto aire de misterio que lo hace interesante en su contenido. El misterio que encierra a Hannah nos hace creer en algún aspecto gótico pero, en poco tiempo, esto se aleja de nuestra emiten al percibir que el misterio en cuestión no es otro que una historia de amor y violencia marital. Tal vez, como consecuencia de infidelidades y celos o, tal vez (y también) por causa de tratarse de un matrimonio inglés cerrado y clasista que debe mantener apariencias y ceñirse a estrictas normas incomprensibles para la gente normal.
En definitiva, otra novela que recomendar de Impedimenta. Una más de tantas. Reconozco que tal vez me haya defraudado un poquito en lo que esperaba, pero su lectura ha resultado altamente satisfactoria y no puedo sino alabar el estilo de Iris Murdoch, quien me ha parecido una autora de una brillante inteligencia y una pluma exquisita.