El urbanismo participativo: una nueva forma de organizar la ciudad

Por Paisajetransversal @paistransversal
Los últimos comicios han dejado un amplio abanico político en un gran número de localidades. Una variedad de partidos que traen, a su vez, una variedad de propuestas relacionadas no sólo con el empleo, las políticas sociales o los impuestos. También relacionadas con el urbanismo.
Mientras que para algunos partidos el futuro de la ciudad pasa por construir grandes complejos de oficinas o centros comerciales y llenar las calles de sensores, otros han prestado atención al urbanismo participativo. Aquel donde las autoridades políticas y la ciudadanía deciden de forma conjunta cómo mejorar cada uno de los barrios que componen la ciudad.   Así ha ocurrido con los dos partidos que han dado la sorpresa en estas últimas elecciones. Ada Colau, la candidata de Barcelona en Comú, prometía en su programa electoral traer de vuelta aquella Barcelona anterior a los Juegos Olímpicos, la de la década de los setenta, donde vecinos y vecinas se reunían para pedir más seguridad en las calles, más servicios y espacios colectivos en el barrio o una mejora en las condiciones de habitabilidad de las viviendas. Un urbanismo que tuviera en cuenta las peticiones de la ciudadanía y adaptara los distritos en función de sus necesidades.
El mismo tipo de urbanismo que también proponía Manuela Carmena, candidata de Ahora Madrid y la que podría arrebatar la alcaldía a Esperanza Aguirre, ganadora de los últimos comicios.
Entre sus ideas, se hallaba la creación de Planes de Barrio, informes que reflejaran acciones de mejora de cada distrito y que en su elaboración hubieran participado ciudadanos y ciudadanas. O la posibilidad de volver a utilizar los edificios públicos vacíos, así como “ampliar el uso de calles, plazas, parques y equipamientos por parte de la ciudadanía”.
Unas propuestas que, a pesar de que puedan parecer novedosas, no lo son. Hoy en día, un número de municipios y ciudades han optado por el urbanismo con participación ciudadana y ello con el objetivo de volver a dar vida un edificio público vacío, mejorar la habitabilidad de un barrio o incluso promover que sus ciudadanos y ciudadanas se sientan identificados con el lugar en el que residen.

Véase ejemplos como los siguientes. En 2013, el Ayuntamiento de Eibar aprobó el Plan de Intervención en solares vacíos de su casco histórico. Un informe donde quedaba plasmado el futuro uso del solar de Errebal, el lugar en el que se hallaba el Mercado de Abastos de la localidad y del que hasta ese momento era la arena su residente habitual. Un equipo de arquitectos y sociólogos pusieron en marcha un proceso participativo para recoger los problemas que presentaba el solar según sus vecinos y vecinas, empresarios de la zona y agentes culturales, así como sus propuestas para darles una solución.
Los zaragozanos y zaragozanas también alzaron la voz en 2009 y con una petición bien parecida: la de sanear los solares vacíos del casco histórico. La participación en la toma de decisiones de asociaciones vecinales, culturales, centros educativos o de personas mayores -entre otros- trajo consigo no solo el saneamiento de estos terrenos, sino lugares para el cultivo de huertos compartidos, jardines o espacios deportivos.
Un urbanismo del que hace tiempo también se viene aplicando desde la oficina de Paisaje Transversal. En 2013, el barrio madrileño Virgen de Begoña consiguió la financiación suficiente para llevar a cabo las acciones que vecinos y vecinas habían ideado todos juntos, entre las que se encuentran la creación de una ludoteca móvil, la puesta en marcha de programas de sensibilización de igualdad, una escuela para padres o un banco del tiempo. O la reactivación de un edificio público en Náquera, Valencia, donde conseguimos que la ciudadanía y los técnicos del ayuntamiento acordaran nuevos usos para el inmueble que aloja la biblioteca del municipio valenciano.

Sin olvidar la reciente aprobación por parte del Ayuntamiento de Olot, en Girona, del Plan de Intervención de Acciones de Mejora para uno de sus barrios, el de Sant Miquel. Un informe en el que hemos trabajado durante un año y donde se recogen las acciones que la administración deberá acometer de aquí a ocho años en materia de regeneración urbana, creadas a partir del acuerdo entre políticos, técnicos municipales y vecinos y vecinas del barrio de Sant Miquel. No obstante, estos ejemplos se consideran la excepción a la regla que, tradicionalmente, han venido siguiendo las administraciones locales: aquella que dicta un urbanismo planteado de puertas para adentro, en las oficinas del consistorio. Sin duda, siempre son buenas noticias saber que el urbanismo participativo ha conquistado los programas electorales de varios partidos políticos. Esperemos, finalmente, que el urbanismo de todos para todos desplace al de despacho.
Este artículo apareció previamente publicado en Seres Urbanos (Blogs El País) el día 10 de junio de 2015. 
Créditos de las imágenes:
Imagen 01: Mapeo participativo en Torrelavega, Cantabria (fuente: Paisaje Transversal)
Imagen 02: Taller participativo en Náquera, Valencia (fuente: Paisaje Transversal)
Imagen 03: Actividad infantil durante el proceso participativo de regeneración del barrio Virgen de Begoña, Madrid (fuente: Paisaje Transversal)