FAIR GAME
data: http://www.imdb.com/title/tt0977855/
Cine político. La historia clásica del antihéroe, contra todos los poderosos, sosteniendo el valor de la verdad, pase lo que pase. El hombre que se levanta y apunta, desatando la tormenta. La integridad del individuo contra el ejercicio consentido de la hipocresía del conjunto. “Fair game” es una clásica película de cine político (género que, reconozco, disfruto especialmente). Y es la historia real de Valerie Plame, la agente de la CIA que investigó la inexistencia del programa nuclear de Saddam Hussein que justificó la invasión a Irak y cuya identidad fue revelada a la prensa por el entorno de la Administración Bush para tapar las denuncias de un artículo escrito por Joe Wilson, su marido, ex embajador.
La democracia ha sido uno de los raros hallazgos de la Humanidad, un sistema de gobierno totalmente vulnerable, inestable, propenso a las manipulaciones de los poderosos, desalentador a veces, pero, objetivamente, varias veces superior a todos los sistemas de gobierno experimentados en la historia. Su debilidad es, paradójicamente, su fortaleza: todo depende de los individuos. De cómo la sociedad reaccione, de cómo exija, de cuáles son sus valores y, principalmente, de lo que es capaz de hacer por ellos.
En el final de “Fair game”, Joe Wilson habla a un grupo de universitarios y recuerda una anécdota de uno de los Padres Fundadores: “Cuando Benjamín Franklin salió del Salón de la Independencia, una mujer en la calle se le acercó y le dijo: 'Señor Franklin, ¿qué forma de Gobierno nos ha legado?'. Y Franklin le respondió: 'Una República, señora. Si ustedes pueden mantenerla'”.
En “Fair Game” nos queda esa sensación de impotencia ante la variedad y magnitud de recursos que tienen los mentirosos que ostentan ocasionalmente el poder y que son capaces de cualquier conducta para esconder bajo la alfombra su basura. Pero, a la vez, nos queda la impresión de cuán fácil es, en un sistema democrático, exponerlos cuando cada parte se ocupa y preocupa por hacer lo correcto.
La clave, la clave de toda la película, de todo el conflicto de Valerie Plame y su esposo Joe Wilson, es hacer las preguntas correctas y que quién esté en el poder deba, obligado por la presión del público, responderlas. Quién se niega a responder lo que se le pregunta, quién evade el eje de la discusión, quién ataca con agresiones personales, quién levanta la voz o se muestra prepotente, grosero, mal educado, nos está subestimando como ciudadanos, porque no nos cree capaces de descubrir su juego.
Una línea temática no menor es reconocer cuándo estamos diciendo mentiras y en qué circunstancia, esa conducta, está justificada por un bien superior. Valerie, como agente secreta, ha tenido que mentir, mostrarse como otra persona, manipular. Pero, un punto clave de la trama, es cuando Valerie habla con su padre y éste la enfrenta, en palabras sencillas, con una de esas pequeñas grandes lecciones que suelen enseñarnos de niños: qué cosa está bien y qué cosa está mal. Discriminar eso. Y actuar en consecuencia. Aunque digan lo contrario.
La historia de “Fair game” se cuenta sola. Un guión correcto como el de Jezz y John-Henry Butterworth, sin hallazgos estilísticos, alcanza para redondear una muy buena película. Mucho más si los protagonistas son los exquisitos Sean Penn y Naomi Watts (¡qué linda que está con trajecito!), a los que no se les cae una mala película ni por casualidad.
Mañana, las mejores frases.