La ilusión, la pasión, el entusiasmo, el coraje, la voluntad, el afán de superación, la resiliencia y otras tantísimas actitudes son, ni más ni menos, competencias emocionales, importantísimas para la vida y para el desempeño a un alto nivel de rendimiento, que raramente se enseñan (hoy quizás empiezan a entrenarse a adultos a través del coaching -por cierto una profesión derivada del entrenador deportivo-). Nos llevamos toda nuestra infancia y adolescencia aprendiendo estrategias, fórmulas y métodos para medir y estandarizar el conocimiento humano, incorporando dato tras dato, desarrollando nuestra inteligencia memorística y siendo clasificados en función de unas calificaciones numéricas. Medir y medir, clasificar y clasificar, despreciando el valor de lo intangible que, por su grandeza, termina siendo inconmensurable.
El sistema educativo, otro producto homogéneo y estandarizado, ha aprendido poco de sí mismo en sus más de siglos de vida. Ha desdeñado las capacidades humanas que no se pueden medir ni clasificar, confundiendo muy a menudo lo que es evaluar con simplemente calificar. Como dice Richard Gerver: "si las escuelas incorporaran más pasión y confianza por lo que hacen, podrían desarrollar el sistema que más se ajuste a sus necesidades. No hay un único método. Aunque compartan algunas características, cada país es único y diferente y debe encontrar lo que funciona para él. Lo que ya no funciona es el sistema educativo que entrena para aprobar exámenes".La pasión y la confianza deberían ser dos asignaturas obligatorias en nuestras escuelas, tanto para profesores/as como para alumnos/as. Pienso que no hay fuerza más poderosa que saber acercarse a alguien y transmitirle tu confianza hacia el/ella y que vea en tí la pasión que le pones a todo lo que haces por ayudarle. Es algo contagioso y con un efecto multiplicador. En este sentido, lo peor no es que el sistema educativo no haya incorporado la pasión y la confianza en su currículum de asignaturas, sino que por añadidura tampoco ha desarrollado el valor de estos intangibles en tantas y tantas generaciones de alumnos y alumnas. No nos debe extrañar que hoy de las escuelas salgan adolescentes pasivos, apáticos, desmotivados y manipulables en lugar de chicos y chicas con ganas de comerse el mundo, de darse "patadas en el trasero" para no dar bola por perdida, de luchar hasta el último suspiro y de creer en sus propias posibilidades, de sentir que es más que posible ganarle partidos a la vida.
Se confirma una vez más que líderes, como Simeone, son los que inspiran no los que imponen, incluso por encima de normas y sistemas.