La crisis financiera global de 2008 sacó a la luz algunas realidades desagradables sobre el funcionamiento de los sistemas financieros tanto estadounidense como global. Mientras las empresas financieras y no financieras del planeta siguen lidiando con las consecuencias de dicha crisis, los directivos se enfrentan a una presión creciente para repensar el funcionamiento de sus negocios.
Quizás ha llegado la hora de que los directivos vuelvan a centrarse en valores que puedan inspirar y ser una fuente de identidad y orgullo tanto para los empleados como para los clientes.
En un nuevo documento de trabajo, Lucía Ceja y Josep Tàpies analizan los valores que guían las empresas familiares y no familiares y valoran si se puede aprender algo de los ejemplos en que “todo queda en familia”.
Primero las personas
Las empresas familiares han destacado durante años por su gestión basada en los valores. Debido a la superposición entre la familia, la gestión y la propiedad de estas empresas, los sólidos valores familiares de los propietarios se transfieren a menudo a los negocios.
Esto puede generar un sentimiento de vinculación con el legado familiar, un hecho que a su vez ayuda a establecer un sentimiento de identidad y de compromiso. Después de todo, no hay nada mejor que prestar el nombre a una marca para desarrollar el sentido de orgullo y responsabilidad.
Pero, ¿cuáles son los valores de estas compañías? A diferencia de las empresas no familiares, investigaciones anteriores (Ward, 2008) han mostrado que sus valores corporativos tienden a centrarse más en las personas.
Las empresas familiares normalmente se interesan más por el desarrollo de sus empleados y comunidades locales y promueven de forma activa el comportamiento positivo. Se cree que esta diferencia ha sido clave a la hora de configurar la actitud de los grupos de interés en la cultura de la mayoría de empresas familiares.
“Nuestros valores”
Según un estudio de 2005 realizado por Van Lee y otros investigadores, nueve de cada diez negocios tienen declaraciones de valores por escrito y la mayoría las publican en sus páginas web. Un ejemplo: Ikea, una gran empresa familiar, afirma en su código de conducta que es posible “hacer un buen negocio y ser un buen negocio”. “Esto es una precondición para nuestro crecimiento futuro, un crecimiento que se alcanzará junto con proveedores que compartan la misma visión y ambición”.
Otro ejemplo es Samsung, la empresa familiar coreana de electrónica que en 2009 se convirtió en el mayor fabricante mundial de TI. Su filosofía se encuentra de forma explícita en la página web corporativa: “Creemos que apostar por valores sólidos es la clave para triunfar en los negocios. En Samsung, cada una de las decisiones que tomamos se fundamenta en un riguroso código de conducta y en estos valores esenciales”.
Valores corporativos como estos, declarados públicamente, no solo indican cuál es el comportamiento aceptable dentro de una organización, sino que también sirven como fuente de identidad, inspiración y orgullo para los empleados.
La importancia de la integridad
Para este trabajo, los autores analizaron las páginas web de las 100 empresas familiares y no familiares más grandes del mundo, buscando documentos que incluyeran los valores centrales de dichas empresas y concentrándose en los que se mencionan más frecuentemente.
Sus hallazgos muestran que los tres valores corporativos centrales que más mencionan todas las empresas, independientemente de su situación o de si es familiar o no, son la integridad, el respeto y los clientes.
Desde la época en que Aristóteles examinó la naturaleza de la bondad, las virtudes de la integridad y del respeto se han visto como valores nobles. Por otro lado, una empresa sin clientes no podría existir. Así que no es muy sorprendente encontrar estos tres valores a la cabeza de la lista.
Valores familiares
En cuanto los autores se centraron en las empresas familiares, encontraron cinco valores específicos que estas mencionan a menudo pero rara vez o nunca se encuentran en otras compañías: generosidad, humildad, comunicación, servicio y calidad.
Todos estos valores pueden contribuir a la satisfacción personal de los miembros de la organización. El hecho de que los negocios familiares valoren la generosidad revela su tendencia a cuidar de los demás, mientras que la valoración de la calidad, la humildad y el sentido de servicio reflejan una visión a largo plazo, desarrollada con las futuras generaciones en mente.
Este sentido de protección y responsabilidad colectiva, surgido del deseo de mantener el negocio para las siguientes generaciones, otorga a los negocios familiares una ventaja respecto a otras empresas.
Predicar con el ejemplo
Las acciones de una organización, sin embargo, deben ser coherentes con sus valores. Lo único que harán las incoherencias será generar desconfianza entre los trabajadores. Para ilustrarlo, podemos valorar dos de los valores principales que normalmente se encuentran en las empresas familiares: la generosidad y la humildad.
Generosidad. La familia es un grupo social en el que todos se ven genéticamente obligados a cuidarse entre ellos. En consecuencia, las empresas familiares están predispuestas a cuidar de otras personas. Las familias que tienen negocios pueden cultivar la generosidad impulsando la empatía y la positividad y desarrollando un sentido de responsabilidad social a todos los niveles.
Sin embargo, una advertencia: si una empresa declara que la generosidad es uno de sus principales valores, debería actuar de manera altruista. Un sistema de recompensa de la gestión demasiado vinculado a indicadores a corto plazo, por ejemplo, seguramente potencie más la avaricia que la generosidad.
Humildad. Evidentemente, cada negocio familiar es único y no hay recetas estándar para cultivar la humildad. Pero practicar de manera regular el pensamiento humilde y agradecido –es decir, no querer destacar y valorar el esfuerzo hecho por las generaciones anteriores, que han protegido e impulsado el patrimonio familiar– es un factor importante para el éxito del negocio familiar de generación en generación.
Emmons y Crumpler (2000) sugieren que la humildad puede potenciarse a través de ejercicios como mantener un “diario de gratitud” que ayudaría a promover un sentido de valoración y agradecimiento por la propia existencia. Como indican los autores, la gratitud es una actitud importante porque puede ayudar a cultivar y transmitir el valor de la humildad de generación en generación.
Por su parte, Gottman (1999) señala que las familias felices y las parejas de éxito expresan de forma regular su gratitud.
Los negocios que mencionan la humildad y la gratitud como valores importantes deberían asegurarse de que sus directivos siguen estos valores, así que cualquier afán de protagonismo o de monopolizar las recompensas debería estar condenado al fracaso.
Autores Ceja, L.; Tàpies Lloret, Josep
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