Dicen que para gustos colores, pero si hay una percepción que varía de una persona a otra es lo barato y lo caro. Lo que para una persona es prohibitivo, para otra resulta una inversión; lo que para otra es una locura, para ti es lo más razonable del mundo. Diseño, calidad, necesidad, marca o funcionalidad son algunos de los criterios que pueden empujarnos a comprar una prenda que sabemos que no vale lo que cuesta, pero por la que estamos dispuestas a asumir su precio.
Diseño porque nos será mucho más fácil sacar la visa cuando la prenda en cuestión tenga un algo distinto, que en el caso de que se trate de una camisa blanca o una falda negra. Que podemos contratacar con la excusa de fondo de armario, pero está claro que si lo primero que pensamos es que no tiene nada para lo que vale, sin duda estamos ante este primer caso.
La calidad es un concepto casi más subjetivo que el precio últimamente, porque estamos tan acostumbrados a que las prendas no lleven muy bien el paso del tiempo, sumado al hecho de la rotación de prendas en nuestro armario, que hace que sea raro que algo dure más de dos temporada (y no porque se estropee sino porque ya no se lleva) hace que la calidad, excepto en casos concretos como quizá los zapatos, no sea un factor tan determinante a la hora de invertir en una prenda.
La necesidad puede llevarnos a cometer más de una locura, y es que cuando buscas algo de forma desesperada y no lo encuentras, llega un momento en que te da igual gastar un poco más con tal de solucionar tu problema (ejemplo de libro: los zapatos para las bodas). Probablemente la necesidad imperiosa sea para solucionar un estilismo de una puest (volvamos al momento boda), con lo cual al alivio de encontrar lo que buscabas le sigue la sensación de haber tirado el dinero totalmente.
Las marcas llevan asociadas una gama de precios que normalmente va relacionados con los criterios calidad o diseño, aunque a todas se nos vienen a la mente marcas que sin cumplirlos se suben a la parra apoyandose simplemente en el nombre que luce la etiqueta. Los clones son el mejor ejemplo de este fenómeno, y es que en muchos casos nos encontramos con un diseño y una calidad casi similar a la del original, pero con un precio mucho más bajo.
Y llegamos al momento funcionalidad, o lo que viene a ser el tan traído y llevado fondo de armario. Esa frase que te repites a ti misma para autoconvencerte de que gastarte un cuarto de la hipoteca en unos zapatos es una inversión que va a durarte casi los mismos 28 años que te quedan por pagarle al banco. Que ojo, a veces pasa, pero en la mayoría de las ocasiones terminarás abriendo el armario casi sin querer mirarlos, por no acordarte de lo que valen y el dinero que te costaron.
En mi caso, creo que ha sido la necesidad la que me ha llevado a pagar por una prenda más de lo que creía que valía, pero la desesperación pudo más. Y en otros casos, un simple capricho o enamoramiento prendil, vamos, lo que viene a ser un llévame a casa.
Y vosotras, ¿habéis comprado alguna vez una prenda que no costaba lo que valía? ¿O sois estrictas en ese sentido? ¿Qué factor determina el valor de la ropa?
Ver Artículo Original:
El valor que tienen las cosas (fashionistas)
Autor:
Cameron
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