El valor se llama FUENTES BEJARANO

Por Malaka

El crítico radiofónico “Taleguilla” dijo en los años veinte: <<El valor se llama Fuentes Bejarano>>.

De Luis Fuentes Bejarano, torero nacido en Madrid el 10 de agosto de 1902, se cuenta que, cuando en su juventud estaba afincado en Málaga, se tiró de espontáneo al coso de la capital de la Costa del Sol durante la lidia de un toro que correspondía a Manolo Granero. Pero el mozo de espadas del torero valenciano le detuvo y le entregó a los guardias. Cuando le retiraban de la plaza, Bejarano dijo al mozo de espadas, apodado “Finezas”: << Antes de un año, me estarás sirviendo los estoques a mi>>. Y, poco más o menos, eso sucedió.

Fuentes Bejarano tomó la alternativa en Vitoria con Valencia II como padrino. Aunque nunca llegó a estar en la primera fila, sí logró ocupar siempre un buen puesto. Su año de mayor circulación fue el de 1929 en el que toreó 40 corridas y además consiguió alzarse como uno de los toreros favoritos de la afición de Madrid.

Fue uno de los ochos espadas que intervinieron en la corrida inaugural de la plaza Monumental de Las Ventas, el 17 de junio de 1931. Bejarano, que actuó en quinto lugar, alternó esa tarde con Fortuna, Marcial Lalanda, Nicanor Villalta, Fausto Barajas, Vicente Barrera, Armillita Chico y Manolo Bienvenida. También fue en el coso de Las Ventas donde cumplió su última actuación, el 12 de octubre de 1940, compartiendo cartel con “Cagancho”, “Gitanillo de Triana” y Mariano García.

Fuentes Bejarano fue un torero valiente del que se recuerdan sus certeras estocadas.

CERTERO ESTOQUEADOR
La estocada fue la característica más importante del toreo de Fuentes Bejarano. Sus faenas se basaban en el poder y en el dominio. Con tan solo unos pases por bajo, prodigiosos, calculados y matemáticos, se hacía con los toros que se lidiaban en su época. Bejarano toreó muchas corridas duras, catalogadas como su especialidad, y en las que logró brillar sobremanera con su forma de concebir el toreo, un poco como se pensaba que debía ser antes del advenimiento de Joselito y Belmonte: poder e igualar a la res, para llegar al punto culminante de la suerte suprema.

Luis compitió con unos buenos estoqueadores del momento, como fueron Nicanor Villalta y Martín Agüero; sin olvidar al esporádico y menos regular “Cagancho”, que ejecutaba la suerte con una pureza nada común, cuando lo hacía.  También compitió con Valencia II, Marcial Lalanda, Chicuelo, El Niño de la Palma y Antonio Márquez en sus primeros tiempos, y enlazó con la generación de Vicente Barrera y Gitanillo de Triana, hasta alcanzar a la de Armillita Chico, Manolo Bienvenida y Domingo Ortega.

LA RETIRADA

Cuando decidió retirarse llegaban nuevos tiempos, con un toro de menos edad, como consecuencia de las circunstancias de la guerra civil española, que dio lugar a un toreo más ceñido. Fuentes Bejarano, que había podido competir con los aguerridos lidiadores de los años veinte, e incluso con los estilistas de los treinta, supo decir adiós en el momento oportuno. Así se le recordaría siempre como un diestro de valor inigualable y como rey de la estocada.

Una vez retirado se instaló en Sevilla, por donde paseó su torerísima estampa por la calle Sierpes y el aeroclub, como en sus años mozos, cuando estoqueaba en lo más alto del morrillo y las gacetillas radiofónicas daba su nombre al valor. Todavía le quedaron fuerzas para celebrar sus setenta y ochenta cumpleaños matando en el campo un toro en puntas.