De todo se ha dicho de la COP21 y su Acuerdo de París. Hay quienes la califican de decepcionante, los medios de comunicación tradicionales lo han celebrado como un triunfo y muchos lo aplauden como un avance, pero con muchísimas y muy justificadas reservas.
Christiana Figueres, Ban Ki Moon, Laurent Fabius y Hollande celebran el Acuerdo de París
Yo creo que el Acuerdo de París acabó mejor de lo esperado pero quedó lejos de alcanzar el compromiso que necesitamos. Hablamos de un acuerdo entre 196 países que afecta directamente la economía mundial. Si a esto le sumamos la lista de los poderosísimos lobbies que financiaban la cumbre, difícilmente podíamos esperar más de esta reunión y, por eso, el hecho de que haya habido un acuerdo que da un giro en la dirección correcta es algo digno de ser celebrado. Es cierto que se trata de un acuerdo de mínimos, que es poco vinculante digan lo que digan, y que la Tierra, en estos momentos, necesita con urgencia al menos un vaso de agua lleno hasta arriba y no uno a medias. Pero yo intento ver siempre el vaso medio y creo que hay que saber reconocer los éxitos e identificar los fallos para mejorar el rumbo. Así que vamos al grano, y tratemos de explicar poco a poco los puntos más importantes del acuerdo de París y los motivos que hay para ver el vaso medio lleno:
- Por debajo de los 2ºC, mejor 1,5
Desde tiempos pre-industriales (la industrialización dispara el cambio climático producto de la acción humana), la temperatura media de la Tierra ha aumentado aproximadamente 0.85ºC. Si no conoces mucho sobre el cambio climático, 0.85ºC puede parecer poca cosa pero ya tiene unos efectos importantes en el planeta.
En la Conferencia sobre el Cambio Climático de Copenhague (COP15, 2009) se acordó un límite de 2ºC, pero estudios posteriores demostraron que alcanzar una variación de más de 1,5ºC tendría consecuencias catastróficas para las poblaciones más vulnerables (por ejemplo, pequeñas islas).
En la COP21 se definió como objetivo mantener la variación de temperatura media “por debajo de los 2ºC”, y se añade que “se realizarán esfuerzos porque la temperatura no aumente más de 1,5ºC”. La opción ideal llegó a estar en los borradores del tratado, lo que nos llenó de entusiasmo a muchos, pero finalmente nos tuvimos que conformar con un objetivo que representa un avance respecto a lo que había (es primera vez que los 1,5ºC aparecen en un texto con valor legal), aunque es bastante vago e impreciso. En todo caso, nos da pie para interpretarlo como una señal del fin de la era de las energías fósiles. Después de todo, las renovables representan la forma más viable de conseguirlo.
- Contribuciones de mitigación
En “lenguaje COP”, mitigación es la reducción de los gases de efecto invernadero (GEI) y, en consecuencia, del cambio climático en sí mismo. Imaginemos que el planeta cuenta con un presupuesto, pero en lugar de dinero, es un presupuesto de emisión de GEI. Si emite más GEI de los que hay en el presupuesto, la Tierra de endeuda excesivamente y la temperatura del planeta sube por encima de los 2ºC acordados como límite máximo.
Antes del inicio de la COP, la mayoría de los países participantes presentaron sus propios compromisos de reducción de emisiones de GEI, es decir, la parte que ellos se comprometen a reducir (o a cuánto pueden reducir su “presupuesto de emisiones”). Uno de los más enormes problemas del Acuerdo de París es que estos compromisos no son suficientes para alcanzar el objetivo planteado en el primer punto: según Johan Rockström, con estos compromisos habríamos agotado el “presupuesto disponible” para el año 2030 y representan un aumento de entre 2,7 y 3,7ºC. Mal comenzamos, pero las previsiones antes de la COP21 eran de llegar a un aumento de 5ºC. - Descarbonización vs “equilibrio de emisiones”
Las emisiones de gases de efecto invernadero aumentan casi sin parar desde hace décadas y la COP se propone que se alcance el pico (es decir, el punto máximo de emisiones, después del cual éstas comenzarán a descender de forma progresiva) “lo más pronto posible”. Así, según el Tratado de París, se espera que durante la segunda mitad del siglo se consiga el equilibrio entre la emisión de gases de efecto invernadero y su absorción por sumideros.
Ya lo sé. Un plazo vago a más no poder. Además, hay que tener en cuenta que la ciencia afirma que para evitar una subida de temperaturas por encima de los límites establecidos, tendríamos que conseguir cero emisiones para el año 2050 (y no entre 2050 y 2100).
Otro punto a tener en cuenta: la absorción de CO2 es realizada de forma natural por bosques y océanos, pero también hay quienes proponen falsas soluciones tecnológicas de captura y almacenamiento de Co2, que lejos de solucionar el problema buscan ocultarlo y definitivamente son muy arriesgadas. Otro punto negativo del tratado es que, al hablar de equilibrio y neutralidad de emisiones (en lugar de abandono de las energías fósiles), es fácil que estas tecnologías entren en la ecuación. De todas formas, repetimos que la única forma real y también la más económica de conseguir este equilibrio es a través del uso de energías renovables, así que podemos asumir que es otro punto vago pero en la dirección correcta.
- Revisiones (o cómo subir el listón)
Uno de los grandes logros de París es que cada 5 años habrá una revisión de compromisos y logros. La idea es lograr que las contribuciones a la reducción de emisiones de los países mejoren de forma progresiva y de acuerdo a sus capacidades, hasta cerrar la brecha entre los 3 o 4ºC de calentamiento de los compromisos de reducciones y los “2 tirando a 1,5ºC establecidos como límite deseable. Aunque es uno de los puntos más celebrados del acuerdo porque representa un hilo del cual tirar, también hay muchos que consideran que se necesitan revisiones más frecuentes y desde luego que sería mucho mejor. - La responsabilidad
Se establece que los países tienen responsabilidades comunes pero diferenciadas sobre el cambio climático y, en consecuencia, las responsabilidades de mitigación y adaptación responden a este principio: si bien todos tienen que reducir sus emisiones y, además, tienen que comprometerse a revisar esos planes de reducciones para hacerlos progresivamente más ambiciosos, algunos países (los desarrollados, con mayor responsabilidad histórica) tendrán que reducir más sus emisiones que los que están en vías de desarrollo. - Derechos humanos y justicia climática
Una de las mayores luchas de los movimientos ciudadanos frente a esta cumbre ha sido el respeto a los derechos humanos de las personas y a las comunidades más afectadas frente al cambio climático: las llamadas poblaciones de “primera línea”, no sólo son más vulnerables sino que además tienen menos recursos para adaptarse y hacer frente a sus consecuencias. Hablamos de comunidades más pobres, de los pequeños productores agrícolas (pues su subsistencia se ve directamente afectada), de los pueblos indígenas (que dependen enteramente del entorno natural). En las negociaciones se bloquearon los intentos de incluir la posibilidad de compensaciones por pérdidas y daños a los afectados por el cambio climático y finalmente sólo se mencionan los derechos humanos y la justicia climática en el preámbulo, donde no tiene peso legal.…al adoptar medidas para hacer frente al cambio climático, deberían respetar, promover y tomar en consideración sus respectivas obligaciones con respecto a los derechos humanos, el derecho a la salud, los derechos de los pueblos indígenas, las comunidades locales, los migrantes, los niños, las personas con discapacidad y las personas en situaciones de vulnerabilidad y el derecho al desarrollo…
- Mujer y cambio climático
Muy relacionado con el punto anterior, hubo mucha presión porque el Acuerdo de París tuviera también un enfoque de género. Hay que tener en cuenta que las mujeres representan el 70% de la población en pobreza extrema. Además, en muchas poblaciones son principalmente las mujeres quienes cargan con la responsabilidad de asegurar, por ejemplo, agua, leña o los alimentos básicos, además del cuidado de los ancianos, niños y enfermos. El Acuerdo de París aboga también por la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer en el preámbulo del texto, e indica que la acción para la adaptación y para la construcción de capacidades deben tener un enfoque de género pero nada de esto se asocia esto a acciones concretas. - Los fondos o quién paga
Punto álgido siempre. ¿Quién paga la transición tecnológica hacia las energías limpias, los planes de mitigación y adaptación de los países, la educación ambiental, etc? Los países en vías de desarrollo exigían que los países desarrollados financiaran esta “construcción de capacidades” y los desarrollados, desde luego, querían poner sus propias reglas. Finalmente se acordó la creación de un fondo para el clima de 100 mil millones de dólares para el año 2020 y se ha declarado un principio de equidad (quien más tiene, más paga) y de responsabilidades comunes pero diferenciadas (quien ha tenido más emisiones, más deberá aportar y el aporte es voluntario para las naciones emergentes). El problema es que aún no se ha definido cómo se “nutrirá” ni cómo se repartirá este fondo. - ¿Un acuerdo con peso legal?
Se ha celebrado que se trata de un acuerdo jurídicamente vinculante. Sin embargo, no son vinculantes los compromisos de reducción de emisión de GEI presentados por los países ni la decisión que lo acompaña y, como hemos visto, en general el Acuerdo carece de datos o compromisos concretos. No se habla del abandono de las energías fósiles, no se establecen plazos concretos ni objetivos cuantificables en un futuro próximo, etc. El tratado entrará en vigor cuando al menos 55 países, que sumen el 55% de las emisiones globales, hayan ratificado el acuerdo.El último punto no está en el acuerdo pero tiene mucho que ver con él y para mí es el más trascendente: - Esto no es el fin
Lo mejor de la COP21 sucedió fuera de la COP21. Tal como lo esperábamos, la COP21 puso al Cambio Climático en las portadas de los medios de comunicación de todo el mundo y en las cabezas de los ciudadanos, y dio un impulso a un movimiento que ya no espera que los líderes salven el mundo.
A pesar de que las movilizaciones habían sido suspendidas originalmente en París, más de 785.000 personas en más de 175 países salimos a las calles justo antes de comenzar la cumbre para demostrar que estamos comprometidos con el planeta. En Barcelona marchamos 5.000 personas y en Madrid llegaron la cifra espectacular de 20.000. Por eso, aunque el Acuerdo de París no cumplió los mínimos necesarios, no marcó el final del juego. Ahora nos toca a nosotros, a la gente, seguir trabajando como hormiguitas con nuestro compromiso diario, reduciendo nuestras propias emisiones personales, impulsando un modelo más sostenible con nuestro consumo de productos y servicios y, finalmente, desde la acción civil: elevando la voz más allá de nuestros hogares, organizándonos de forma colectiva y también presionando a los líderes para que cumplan esos objetivos con los que se han comprometido, participando en el imparable movimiento global que sí, más allá de París y a pesar de la COP21, podrá cambiar el curso de la historia y salvar la vida tal como la conocemos.
¿Quieres formar parte activa del movimiento? En 350 BCN te esperamos con los brazos abiertos
Para saber más:
- El Acuerdo de París en español.
- Infografía del Acuerdo de París. Por Anna Pérez Català para Climate Tracker.
- Los científicos ven inconsistente el texto de París. Por Antonio Cerrillo para La Vanguardia.
- COP21: shows the end of fossil fuels is near, we must speed its coming. Por Kumi Naidoo para Greenpeace.
- World leaders adopt 1.5 C goal — and we’re damn well going to hold them to it. Por Bill McKibben para Grist.
- París, un acuerdo decepcionante que desoye a la ciudadanía. Por Ecologistas en acción.
- El acuerdo de París: una farsa en la lucha contra el cambio climático. Por Amigos de la Tierra.
- ¡Victoria! El fin de los combustibles fósiles ha comenzado… Por Avaaz
- El inicio del Fin de la era del fuego por Pep Puig