El Vaticano es una monarquía absoluta cuyo monarca es el Papa, que tiene todo el poder ejecutivo, legislativo y judicial; asimismo ostenta la jefatura de la iglesia católica romana y es el jefe de Estado de la Ciudad Vaticana. Es el único estado europeo de carácter teocrático.
Con una población de aproximadamente 900 habitantes, es el país más pequeño del mundo y tiene por lengua oficial, el latín.
La actividad productiva del Vaticano se limita a la venta de libros, recuerdos turísticos, entradas de museos y sellos; a todo esto se le suman los ingresos provenientes de toda la organización católica de todo el
El Banco Ambrosiano, que llevaba las finanzas internacionales del Vaticano, se dedicaba al blanqueo del dinero de la mafia.
De cada diez euros donados para caridad, seis se destinan a sanear los números rojos de la Curia, y dos terminan en una cuenta que tiene un saldo de 400 millones aproximadamente (que se sepa).
Con estos antecedentes, nos encontramos que desde este territorio, su jefe de Estado y a su vez jefe supremo de la iglesia católica romana, el Papa, realiza discursos con el siguiente contenido:
“Pido rezar para que un diálogo sincero entre hombres y mujeres de religiones diferentes den frutos de paz y de justicia”
“la fuerza del perdón es el auténtico antídoto contra la tristeza provocada por el rencor y por la venganza”
“¿Cómo es posible que perdure la opresión del hombre contra el hombre, que la arrogancia del más fuerte continúe humillando al más débil, arrinconándolo en los márgenes más miserables de nuestro mundo?”
“¿ Hasta cuándo la maldad humana seguirá sembrando la tierra de violencia y
“¿Cómo puede ser este un tiempo de plenitud, si ante nuestros ojos muchos hombres, mujeres y niños siguen huyendo de la guerra, del hambre, de la persecución, dispuestos a arriesgar su vida con tal de que se respeten sus derechos fundamentales?”
“La enemiga de la paz no es únicamente la guerra, sino también la indiferencia, que hace pensar solo en uno mismo y crea barreras, sospechas, miedos y egoísmos”
“Empecemos a abrir el corazón, despertando la atención hacia el prójimo. Esa es la verdadera conquista de la paz”
Con la influencia constatada que posee la Santa Sede a lo largo de los
Tienen un producto estrella (la religión) y lo comercializan; producto que sólo funciona si se tiene “fé”.
Que credibilidad pueden tener cuándo a medida que la ciencia avanza con hechos empíricos, evidencian la falsedad de sus postulados, que defienden a ultranza hasta que son desenmascarados.
No es necesario ahondar en los múltiples escándalos que afortunadamente hemos podido conocer y aplicar así justicia, y las contradicciones de lo que predican con lo que hacen sus propios miembros; contradicciones que si no se hacen públicas, no tienen consecuencia alguna.
Últimamente se van adaptando a los tiempos en los que vivimos, con nuestras realidades presentes en la sociedad, contradiciendo sus propias consignas, evangelio, antiguo y nuevo testamento.
¿ Han perdido adeptos o quieren incrementar afiliados ?, cómo aquello de que las empresas deben tener siempre más beneficios que el año anterior.
A los que antes estigmatizaban, y en otra época mataban, ahora son bienvenidos en su casa.
Hay estudios que definen que un país sin religión evoluciona menos que uno de población religiosa. Intrinsicamente el ser humano tiene la
necesidad de creer en algo, de tener respuestas a lo que desconoce, pero que todavía no tengamos algunas respuestas, no significa que la respuesta sea lo que ellos dicen. Simplemente no tenemos conocimientos suficientes en este momento, pero los tendremos; así nos lo ha demostrado la ciencia, y entonces ellos volverán a cambiar sus tesis, eso si, driblando cómo puedan para al final mantener su dogma, con algún sentido para sus adeptos.
Son muchas las religiones que existen en el mundo, más bien por el negocio económico que suponen, que por la supuesta verdad que proclaman, aprovechando los afiliados desencantados de una, que se
A todas aquellas personas que una creencia religiosa responde a sus preguntas sin respuesta, les ayuda a sobrellevar una vida llena de injusticias y desgracias, y no puede ser malo; lo malo es que pretendan y consigan desde la intolerancia: la exclusión de los que no piensan cómo ellos, creyéndose únicos y verdaderos, transgrediendo la ley en algunos casos y esclavizando a sus semejantes en otros, estableciendo lo que es el bien y lo que es mal, haciendo gala del cinismo y la envidia, matando, robando, violando, estafando.
Algo tiene que fallar cuándo después de dos mil años (más o menos), el discurso de la Santa Sede no es efectivo y se sigue vendiendo.
¿Vivimos en una sociedad enferma?