"el vencedor está solo" de paulo coelho, y los abogados

Por Pachobermudez @fbermudezg


Ayer acabé de leer esta nueva novela del famoso escritor brasileño. El mundo del glamour, de la fama, del dinero, del poder, son abordados por Paulo Coelho de una manera descarnada y crítica. Todo sucede en el marco del Festival de Cine de Cannes, el más importante del mundo, varias historias se entrecruzan para darnos una lección sobre la simplicidad de la vida, y la forma como algunas personas se la complican.


No me da pena decir que soy aficionado a los libros de Coelho (uyh ¡qué oso!), que he leído la mayoría de los títulos que ha escrito este autor brasileño, y que este libro en particular me parece el mejor de todos.


Los que nunca han leído a Coelho piensan que él es un autor de autosuperación, de new age, o de filosofía ocultista, cosas muy alejadas de la realidad de su producción. Aunque, es verdad, el tema espiritual está presente en toda su obra.


"El vencedor está solo" nos describe un mundo afanado por el poder, por el dinero, por la figuración, por la vanidad, por el ego, por la seguridad, por la belleza (aunque sea artificial), y por lo efímero. Un millonario psicópata, una actriz preocupada por figurar, un modisto que asciende vertiginosamente en el mundo de la moda, una modelo que se dedica al glamour porque no tiene otra opción. Estos son algunos de los personajes de la historia, todos preocupados por el éxito, y por ser alguien en la vida.


Como éste en un blog jurídico y no de literatura, he reflexionado cómo la lección de la novela (si es que tiene una) puede aplicarse al mundo de los abogados, de nosotros los abogados.


En nuestro mundo hay muchos egos, ¡y qué egos!, los abogados no somos ajenos al afán de conseguir poder, dinero, y fama; de hecho, un abogado exitoso en nuestro medio es el que tiene poder, dinero y fama. No está mal tener esas cosas, pero, cuando el dinero, el poder y la fama, se convierten en los únicos objetivos a alcanzar en nuestra sufrida profesión, la cuestión se pone horrible (no fea).


El abogado, aquel individuo que recibió un diploma en su universidad para que luchara por la justicia, por la verdad, por los valores más altos de la sociedad, a veces se convierte en un simple mercachifle jurídico. Y lo peor, todos los abogados quieren ser como ese mercachifle jurídico. Hay abogados (el 99,9%) que no saben todavía cuál es el propósito de su profesión, piensan que son mercaderes de la justicia, o mensajeros finos con doctorado.


Los abogados, aunque no todos, han perdido la brújula del norte de su oficio, servirle a la sociedad ya no es un objetivo, servirse a sí mismo sí que lo es. La novela de Coelho podría perfectamente aplicarse al mundo de los abogados, donde el lujo y el glamour jurídico están a la orden del día, la doctoritis crónica, el abogado que vive de su fama, el abogado que se ha vuelto una caja registradora, el alto funcionario público o privado ególatra que piensa que con su cargo está salvando al universo de su destrucción.


En el mundo de los abogados sí que hay ego, incluso más creo yo que en el de la farándula. Los abogados ya no saben por qué estudiaron derecho, no saben cuál es su papel en el mejoramiento de la sociedad, la profesión de abogado se ha especializado tanto que ya no se sabe cuál es la diferencia entre un tramitador y un jurista.


"El abogado que gana se queda solo", podría ser el título ficticio de la novela de Coelho llevada al mundo jurídico. Esa es la triste realidad de nuestro actual estado de cosas. La profesión de abogado se ha descontextualizado, y voy a explicar por qué. El médico cura al enfermo, el arquitecto construye edificios y casas, el administrador gerencia una empresa, el celador cuida y vigila, el bombero apaga incendios, ¿y el abogado? Defiende a la gente en los estrados judiciales, ésa sería la respuesta que daría cualquier persona, incluso los ad vocatums en Roma se dedicaban a eso, a defender gente, pero yo no estoy conforme con esa respuesta porque detrás hay una completa inutilidad de la misma, me refiero a la respuesta.


Defender gente, suena lógico, en los procesos judiciales, ¿para qué? ¿Para sacarlos de un problema? ¿Para evitar que las consecuencias sean peores?, no señores, el abogado defiende con el propósito de lograr JUSTICIA en la sociedad. El abogado no defiende, o no debería defender con el propósito de tener más plata que Bill Gates, el abogado debería ejercer su profesión con el objetivo de armonizar la sociedad a partir del logro y de la aplicación de la justicia. En Roma, los aludidos ad vocatums ejercían la defensa ad honorem (gratis), no ponían un reloj de arena para ver cuánto tiempo gastaron en su oficio, o colocaban a un aprendiz de ad vocatum para que llevara el caso y el máster ad vocatum sin hacer nada se llevaba todos los honorarios, no, eso no ocurría en Roma. Tampoco voy al extremo de decir que los abogados tengamos que vivir en la indigencia, o en la pobreza, el que quiera ser millonario que lo sea, el que quiera ser pobre que lo sea. Yo sólo pongo sobre el tapete el papel de los abogados en la sociedad, el futuro de nuestra profesión, los objetivos sociales y personales de nuestro oficio.


El abogado es feliz en la medida que sea útil para los demás, o por lo menos así debería ser, pero no, tristemente el abogado no es feliz por la utilidad de su servicio, sino por el monto de lo que le paguen, así no haya hecho nada, así sólo ponga un nombre en el membrete de un oficio, esa es la felicidad de nuestros juristas, el numerito en la cuenta bancaria.


Un profesor en primer año de la carrera me preguntó sobre cómo me veía cuando fuera abogado (esta anécdota ya la narré en un post anterior), yo le contesté que quería ayudar a resolver problemas, el profesor se burló de mi respuesta y me cuestionó riéndose sobre si yo desde chiquito soñaba con resolver problemas. Con el tiempo me he dado cuenta de la estupidez de mi respuesta, debí decir que quería ser millonario como Bill Gates o como Warren Buffet, para que al profesor le quedara la tranquilidad de que hay muchos borregos siguiendo las mismas ideas de los mismos tontos de siempre.


El abogado justo no se quedará solo, el abogado que lucha por la verdad no se quedará solo, el abogado que conoce a cabalidad el papel de su oficio en la sociedad no se quedará solo, pero el abogado registradora o el mercachifle jurídico sí se quedará solo.


A todos los abogados les recomiendo leer la nueva novela de Paulo Coelho, algunos deben dejar sus complejos a un lado, y otros deberían empezar a leer nuevamente porque no lo hacen desde la universidad.