no te sabes vender, amigo mío… Estás vendido y perdido. Vendido al olvido porque desconoces lo que vales y no te sabes poner precio; perdido en el descuido porque no sabes que al otro lado hay alguien que desea comprarte (contratarte) porque vales y no sabes mostrarte. ¿Te has preguntado alguna vez cuáles son tus encantos?.
En toda compraventa hay un precio y un proceso que, lejos de ser un tópico, podrá ser la llave de tu futuro. ¿Acaso no estás dispuesto a conseguirla?.
Si bien no deja de ser un contrato en el que uno se obliga a dar una cosa y la otra a pagarla fijando por ella una cantidad de dinero, en la vida, estarás sometido a constantes contratos y obligaciones de este tipo. Pero no debes olvidar que el precio, al margen de las circunstancias, lo pones tú, por la norma básica del “tanto ofreces, tanto vales”.
Dime que eres “mileurista” y te diré que podrás ganar el doble, que vives muy bien y te diré que podrías hacerlo mejor. Dime, sin embargo, que no vas a querer más de lo que ganas y, con todo mi respeto y consideración, te diré que no lo comparto (en el mejor de los casos) o que, a lo peor, no me lo creo.
La ambición es sana siempre que esté bajo control y las cotas de la cordura se establecen alrededor de deseos incumplidos y sueños de papel mojado sin caer tras los barrotes del egoísmo.
Dicho esto, se me ocurre animarte a que subas tu precio, tu caché. ¿Cómo?. Muy sencillo: ¿me sigues?.
En primer lugar, sumando conocimientos y competencias prácticas a los que ya tienes para aportar mayor valor y poder influir positivamente sobre tu entorno. Conseguirás así generar empatía (o “competencia psíquica”, en palabras de Joaquina F.) y con ella surgirá la colaboración, que no es más que compartir una experiencia (o, del mismo modo, también llamada “competencia Intelectual”)…
Te propongo un ejercicio práctico:
Piensa en lo que ofreces y enumera sobre un papel todo aquello que lo convierte en especial, que lo hace más ventajoso sobre el resto. ¿Lo has hecho?. Sé preciso, directo y apunta bien porque te ayudará a mejorar tu “producto” o “marca”.
Si crees que no hay nada que te diferencia de los demás, debes encontrar tu signo distintivo y diferenciador para no ser uno más y ser repuesto a las mínimas de cambio.
Un vendedor, un buen vendedor, es y será siempre la suma de cualidades y habilidades:
· Pasión… Por su trabajo, por las cosas bien hechas.
· Perseverancia…Para conseguir todo lo que se proponga aún tras acumular fracasos.
· Objetivo…Definido y realista, acotando quiénes serán sus clientes y qué esperas de ellos
· Escucha… Con atención y descubre sus necesidades para saber qué debes ofrecer y cómo.
· Comprometido… Con el cliente y asumiendo la mayor responsabilidad para ganar su confianza y fidelidad.
· Actitud…Sabiendo transmitir y siempre con positividad. No olvides que los problemas están para solucionarlos.
A partir de esas premisas, busca tu sello de identidad, tu propia “marca personal” para afianzarte en el mundo de la venta. ¿He dicho el mundo de la venta?.
En todo caso, no olvides que cada día es un comienzo y tu mejor oportunidad está aún por llegar. Prepárate a conciencia para no dejarla pasar y piensa que los que te rodean esperan mucho de ti pero sólo uno se atreverá a exigirte lo mejor, todo lo mejor de ti mismo. Y ese no es otro que TÚ.
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