COMIENZA A ESTAR a la venta El tamayazo. Crónica de una traición, el libro en el que he trabajado durante dos años. En el prólogo, La explicación debida, deslizo algunos de los motivos que me llevaron a emprender la tarea:Lo que viene a continuación es una crónica periodística. Un reportaje desprovisto del cualquier elemento de ficción. Un relato frío y desapasionado, riguroso con los hechos. Porque no ha sido misión de quien firma el relato reinterpretar la historia del tamayazo, sino indagar en ella, levantar acta, aportar novedades, situarla en un contexto más amplio y contarla de forma fidedigna. Sin exageraciones ni deformaciones. Aunque hayan pasado diez años. El décimo aniversario no es, al fin y al cabo, más que una excusa para reconstruir, con la necesaria visión de conjunto, los entresijos de aquella turbia historia. Amén de, inevitablemente, recordar algunos hechos bien conocidos. Una crónica alejada ya de las urgencias informativas diarias que, con frecuencia, nos impiden contextualizar, profundizar y analizar las causas y consecuencias. En los once capítulos de este libro el lector no encontrará otra cosa que una investigación de los hechos. Un relato periodístico que, al mismo tiempo y en la medida de lo posible, pretende huir de las declaraciones políticas, ya conocidas y, obviamente, interesadas. Dicen que para saber de algo no hay nada mejor que escribir un libro. Puede ser, que diría un escéptico. El caso es a que a esa ingente tarea he dedicado, espero que con algo de acierto, mi escaso tiempo libre en estos dos últimos años. Con denuedo, con intensidad y a veces con desolación. Los vericuetos de la política son, en ocasiones, insondables.Nunca fui tan ingenuo como para pensar que sólo a mí me correspondería el inmenso honor de llegar a descubrir las auténticas claves ocultas del tamayazo. No era eso, desde luego que no, lo que me movió a dar el paso. Quiero decir que me puse a la tarea sin prejuicio alguno y que tampoco me lo he tomado como un ajuste de cuentas con el pasado. Fundamentalmente porque no tengo motivos más allá, claro, de los estrictamente periodísticos. Otra cosa bien distinta es que esta historia, con tantas caras y aristas, siempre me haya subyugado. Lo que puedo decir ahora es que nunca resulta fácil, ni cómodo, caminar por el filo de cuchilla, si se me permite este único desahogo.
El tiempo transcurrido ha despojado esta crónica del lógico e inevitable apasionamiento mediático y político con el que irrumpió. Me parecía que era el momento de afrontarla desde una perspectiva distinta. Y debo añadir que, aunque muchos de los interrogantes con los que inicié el relato se fueron resolviendo con el tiempo, otros muchos vinieron a ocupar su lugar. El tamayazo no es, en ese sentido, una única historia, sino un complejo puzle, todavía hoy, difícil de encajar.
Hay días para recordar y otros para olvidar. Hay fechas acuñadas para siempre en la memoria política colectiva y la del 10 de junio de 2003 es una de ellas. Diez años después, la sensación es idéntica. De no haber ocurrido “aquello”, (traición, conjura, deserción, trama, espantada, infamia, felonía, guerra interna, defección...) nada sería igual en Madrid.Algunos se preguntarán, tal vez con razón, qué necesidad había de remover tan fétido episodio. ¿Y por qué no? –me dije. Nunca es tarde para escarbar en una buena historia, al fin y al cabo, la infamia nunca prescribe.