Está de moda -aunque empieza a resultar aburrido, por repetitivo-, atribuir todos los males de los Vikings, asesinatos presidenciales y otras pestes bíblicas incluídas, a su quarterback, Brett Favre. Hoy voy a intentar realizar un ejercicio realmente dificil de funambulismo, escribiendo sobre los de Minnesota sin remitirme a su mariscal de campo porque, aunque no lo parezca, el equipo tiene otros problemas mucho más graves y este no es otro que la plaga de lesiones que ha debilitado seriamente su cuerpo de receptores. No es por nada que hoy los Vikings son el equipo número 24 en ataque con pase, por detrás de los St. Louis Rams, Oakland Raiders o Jacksonville Jaguars.
Era un rumor de baja intensidad desde los tiempos universitarios que Percy Harvin sufría de contínuas migrañas las cuales le incapacitaban con regularidad variable. Para quienes las padecen, las cefaleas son una de las peores dolencias -en cuanto a molestias- que un ser humano puede sufrir. Literalmente pueden limitar la existencia de una persona a su propia habitación, con la luz apagada y un intenso zumbido en el interior de su cabeza; así varios días consecutivos. Bien diagnosticada y tratada, con suerte se convierte en una enfermedad crónica controlable, aunque admito que el concepto "controlable" tiene varios límites no siempre tolerables para un paciente. En estas condiciones es comprensible entender que el wide receiver de Virginia Beach, votado como el mejor rookie ofensivo de la pasada temporada, haya causado baja instantánea -requiriendo hospitalización de urgencia-, durante algún partido y aún así muestre 790 yardas de pase y 6 touchdowns.
Así las cosas no ha sido de extrañar los movimientos que la franquicia ha emprendido para reconstruir su línea de receptores, una de las más potentes de la liga. El primer paso fue contratar al agente libre Javon Walker, un veterano WR, excompañero de Favre en los Packers, con un nutrido historial de problemas médicos en sus rodillas; dudo mucho que fuera el modelo de recambio que los Viks necesitarán, prueba de ello es que a día de hoy aún no ha sido utilizado en temporada regular. Posteriormente llegaría el canje del DB Benny Sapp por Greg Camarillo de los Miami Dolphins, otro receptor no demasiado veloz pero sí muy seguro en atrapar melones (1.165 yardas y 2 touchdowns en dos temporadas). Finalmente se supo ayer que los Vikings de nuevo han acudido al mercado en la búsqueda del wide receiver que les solucione sus problemas en ataque; Hank Baskett, recién cortado por los Eagles, cuyo único éxito conocido ha sido el de tener como pareja a Kendra Wilkinson (y menudo exitazo, por cierto), pero con unos números tan escasos que no merece la pena detallar, será incorporado al equipo.
Es evidente que el staff técnico ha detectado un problema en el ataque y que se está moviendo en todas direcciones a fin de solucionarlo. Pero el éxito buscado, con la temporada ya iniciada, me temo que va a ser casi misión imposible; a lo único que se puede optar es a la contratación de agentes libres -que por algún motivo permanecen en esa condición-, o a jugadores de medio pelo a quienes, de forma mosqueante, se les muestra la puerta de salida con alfombra roja, desfiles, banda de música y fuegos artificales.
Es cierto que en cualquier momento alguien puede dar la campanada y constituirse como la revelación de la liga, pero es igual de cierto que con un sólo euro puedo convertirme mañana en el ganador del euromillón. Si somos fríos e implacables deberíamos decir que el resultado no es satisfactorio y eso es lo que al final cuenta. Cuando uno va a por Jackson, no puede volver con Baskett... no sé si me explico.