El pasado 3 de Abril (viernes Santo) se llevó a cabo la segunda Caminata Migrante de Reflexión, con el fin de sensibilizar y concientizar a la población sobre el tema migratorio. A manera de vía crucis, comenzamos el recorrido sobre las vías del tren a la altura de Las Juntas, que es donde comienza la zona de “patios”, área en donde los trenes cargan y descargan dentro de la zona industrial. Aquí la vigilancia es más severa por parte de las empresas de seguridad privada. Las vías del tren son propiedad federal por lo que está prohibido caminar por ahí. Los migrantes que bajan del tren caminan por las calles de la ciudad hasta llegar a siguiente tramo en donde pueden subir nuevamente a La Bestia y continuar su recorrido.
Algunos migrantes hicieron con nosotros el recorrido, todos piden lo mismo: ser tratados con el respeto que un ser humano merece. Quieren dejar de ser víctimas de la opresión y la violencia. Sus países de origen les niegan la oportunidad de desarrollo pero México les niega la oportunidad de existir. Son inmigrantes centroamericanos, son personas, tienen nombre, familias y rostros.
Joseph, o Nica, como le llaman, salió de Nicaragua hace dos meses, ¿qué lo mueve? Su madre que ya es grande dice él, quiere trabajar para poder ayudarla. Dejó su país por miedo a ser víctima de la intolerancia a la homosexualidad. “Los matan a pedradas en la calle, yo no quiero morir así”. Nica, llegó a caminar dos días prácticamente sin detenerse hasta poder encontrar el momento seguro de volver a subir al tren. “Nos disparan para asustarnos, nunca me ha agarrado la migra, pero si me han hecho correr”. A Nica le gusta Guadalajara, está tramitando su asilo, no quiere ir tan lejos, es profesor de baile y asegura ser muy buen cocinero. Quiere trabajar y enviar dinero a su madre, no quiere vivir en la calle.
Todos los migrantes que nos acompañaban agradecían la comida, yo pensaba que el saber que alguien sufría de hambre era de las cosas que más me afectaban, pero cuando Berenice, la única mujer migrante que venía en la caminata, toma la palabra y dice que ella agradece mucho la comida que se le ha dado, pero más agrade las sonrisas que ha recibido ese día, el tener ese momento de “familia”. ¡Una sonrisa! Berenice originaria de El Salvador, agradece que la gente le sonría, ¿Qué nos ha pasado? ¿A dónde se nos ha ido la compasión propia de la humanidad?
Bere no se ha subido al tren, le tengo miedo me dijo, ella pide aventón y camina, pero eso no la ha salvado del maltrato y los abusos. Pese a todo, todavía tiene ganas de cantar, todavía tiene esa capacidad de disfrutar de las pequeñas cosas, como esa sonrisa que tanto agradece.
“Arjona” le decían al originario de Guanajuato, bueno para cantar y componer canciones, en algún momento le dio por buscar otra opción que no fuera su trabajo en las minas. “Yo ya voy para mi casa, antes de llegar aquí me golpearon, me quitaron todo, hasta los zapatos” Caminó siete horas descalzo hasta que se topó con una señora que le dio sus huaraches… ¡eran rosas! Y sonríe cuando se acuerda. “Aquí (FM4 Paso Firme Comedor para migrantes) nos dan bien de comer, la comida es muy buena y nos dan mucha, me bañé y me dieron ropa, zapatos no, porque ya había conseguido otros”.Al igual que a los migrantes en un punto del recorrido, elementos de seguridad privada nos impidieron seguir caminando por las vías. Los representantes de la organización dialogaron con ellos, se les dijo los motivos de la caminata, explicaron que era un movimiento pacífico que incluía familias con niños, pero por reglamentación y por nuestra propia seguridad (dijeron) fuimos evacuados de las vías.
La caminata migrante de reflexión estuvo integrada por miembros de FM4 Paso Libre, por algunos medios de comunicación, voluntarios de las organizaciones civiles, migrantes, algunos miembros de la sociedad, extranjeros con residencia en Guadalajara y también por otro grupo que no quiero dejar de mencionar. El Grupo Contacto, integrado en su mayoría por señoras voluntarias que se encargan de llevar desayunos a las vías del tren en el crucero de Rafael Sanzio e Inglaterra los jueves y los viernes.
La caminata terminó a la llegada al comedor, a un costado de las vías en una zona marginada, rodeado de personas en situación de calle, algunos migrantes, algunos otros mexicanos. En tiendas de campaña improvisadas con plásticos y cobijas ven pasar el tren y la vida sin que tenga ya mucho sentido para ellos.
Los grafitis hacen gritar a los muros que rodean el lugar, cual murales que alguna vez dieron voces al sueño revolucionario, así agradecen el pan, piden libertad, quieren dejar de ser los nadie, los invisibles, los sin cuerpo, sin rostro y sin historia.
¡Ningún ser humano es ilegal, abajo las fronteras¡