El viaje menos planeado de mi vida

Por Gemma Adeva @holawasel

O cómo un jueves a última hora de la tarde me encontraba comprando un billete de avión para salir al día siguiente rumbo a Santander. Como equipaje tan solo una mochila. El destino final era Asturias, un lugar que me encanta y que ya había tenido la suerte de ver a fondo hace tiempo. Así que el viaje era más que nada una ocasión de descansar y desconectar. Aviso: es un post con muchas fotos :)





La primera parte del viaje la hicimos en moto, la mejor manera de disfrutar del paisaje y los caminos llenos de curvas que elegimos para hacer el trayecto hasta Asturias. Fuimos parando por todos los pueblecitos (arriba, San Vicente de la Barquera), estuvimos en unas pozas termales naturales, visitamos un par de playas escondidas… Sin prisas. Si hay algo que no me gusta hacer en vacaciones, es viajar por autovía, te pierdes muchas cosas interesantes.







Una vez en nuestro destino, visitamos Gijón y nos perdimos por las calles del casco antiguo en un día de mercado. También estuvimos en Avilés y Las Salinas en visita nocturna, una zona de veraneo llena de casas espectaculares a pie de playa. Debo decir que Avilés me pareció un sitio feísimo (y que me perdonen los avilesinos, por favor). Siempre digo que me encantaría mudarme a Asturias, pero ahora debería decir “a cualquier parte de Asturias excepto Avilés”. Paseamos por las dunas en plena noche, subimos al faro y observamos a los pescadores.









Y me hizo muchísima ilusión volver al Cabo de Peñas y disfrutar de la puesta de sol desde sus acantilados. Esto es lo que más disfruté del viaje, fue un momento súper mágico que no voy a olvidar nunca. Los turistas ya se habían marchado y reinaba el silencio, roto por el sonido de las olas.



De vuelta al aeropuerto apenas pudimos ver nada más, estuvo lloviendo desde que salimos de casa hasta que me subí al avión, pero tuvimos un momento de tregua en la playa de La Franca antes de que volviera a estallar la tormenta. Ojalá me hubiese quedado más días para poder visitar Santander y poder hacer visita a las tiendas de lanas, jajaja, además, ¡me quedé con ganas de conocer a Marta! Pero volveré con tiempo y calma para remediarlo.

No sabéis lo que me ha cambiado este viaje, toda la experiencia al completo. No puedo creérmelo ni yo. Todavía necesito unos días para poner todas mis ideas y pensamientos por escrito, pero os lo contaré, porque habéis sido una parte importante de este cambio.

Ahora solo puedo contar los días hasta Septiembre, ¡que me ha dicho un pajarito que nos volvemos a ir de vacaciones!