Revista Psicología

El victimismo es una manera peligrosa de vivir el día a día

Por Mundotlp @MundoTLP
El victimismo es una manera peligrosa de vivir el día a día
El victimismo en las relaciones sociales moviliza muchas emociones en quienes lo muestran y en quienes lo reciben.No siempre quien muestra su malestar y resalta sus bloqueos es realmente consciente de estar presionando a los demás para que cambien algo en su conducta, y encuentren alguna solución para sus necesidades. La realidad es que cuanto más mostramos lo mal que estamos, más probable es que alguien detecte ese malestar y busque alguna solución. Las personas en general nos sentimos bien cuando somos capaces de ayudar o de conseguir bienestar en los demás gracias a nuestras acciones.Existe un grupo de población que es más sensible a las necesidades de los demás, y siente un placer especial por tener definida su función en las relaciones sociales: ayudar, resolver o cuidar. Estas personas que podemos denominar genéricamente cuidadoras, y a las que dediqué un artículo específico hace algún tiempo, son con frecuencia quienes están más cerca de aquellos que usan el victimismo como manera de relacionarse con los demás. Se complementan entre ellos, aunque pueden llegar a producirse muchos efectos secundarios como consecuencia de esta unión: generan relaciones tormentosas, generan culpa, se produce sensación de que nunca es suficiente nada…

Es clave identificar la línea en la que dejamos de ser responsables de nuestro malestar y exigimos a los demás que nos resuelvan lo que no nos gusta

Desde mostrar malestar hasta llegar a instalarse en el victimismo, hay una gran distancia. Es clave identificar la línea en la que dejamos de ser responsables de nuestro malestar y exigimos a los demás que nos resuelvan lo que no nos gusta. El extremo victimista tiene con frecuencia que ver con características de personalidad histriónicas, o incluso con el propio trastorno.

Diferencia entre alivio y placer

Tanto el alivio como el placer producen en las personas un grado de bienestar. Lo que pasa es que la naturaleza de ese bienestar hace que el placer se puede mantener en el tiempo, y el alivio , normalmente no.

Es necesario que haya un malestar previamente para poder aliviarse de él

El alivio tiene una peculiaridad muy relevante y bastante perversa por sus consecuencias: es necesario que haya un malestar previamente para poder aliviarse de él. Si no existe algo negativo no podemos sentir el alivio al reducirlo o eliminarlo. Cuando una persona se centra en alejarse todo el tiempo de algo que le incomoda, siente bienestar, pero si pasa un tiempo se agota esa calma y hace falta alejarse de otra cosa… Es evidente que en sí misma esa no es la mejor manera de sentir algo agradable. Es breve y siempre está asociada a tener que estar mal.

El placeres consecuencia de hacer, vivir y fabricar momentos que favorecen sensaciones agradables sin más.

El placer por su parte se deriva de hacer, vivir, o fabricar momentos positivos que favorecen sensaciones agradables sin más. No hay que alejarse de nada para conseguirlo. Requiere más esfuerzo que el alivio. Hay que pensar qué se quiere y cómo conseguirlo. A menudo habrá que asumir que costará un esfuerzo, por lo que el propio placer se impregnará de algo de alivio, cuando al fin alcancemos una meta, pero en esencia seguirá siendo placer.A veces los fármacos son un alivio peligrosos cuando se busca no estar mal por encima de todo. Cuando no se tolera el malestar, se percibe el fármaco como la manera breve de alcanzar de nuevo la calma.
FUENTE: gabinetedepsicologiahttp://elmundotlp.blogspot.com/es

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