Publicado en 1979, han pasado ya unos cuantos años, y tanto el contexto social como las infraestructuras habrán cambiado bastante. Paul Theroux con su maleta, su calzado impermeable, chaqueta de cuero, camisa de quita y pon, mapas y unos cuantos libros, se lanza a la aventura.
Transita por Estados Unidos, México, Guatemala, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú (el más pobre y el más visitado por los turistas), Bolivia y Argentina.
Trenes destartalados con asientos rotos, calor y frío extremo, paisajes desoladores y los más extraordinarios, conversaciones y encuentros con lugareños y extranjeros, turistas y viajeros
Se presenta como profesor, no como escritor. E invariablemente surge en muchas ocasiones la misma retahíla de preguntas y recomendaciones: ¿qué países ha visto, cuál le gusta más? No soportan las críticas. No vaya, es muy peligroso. Debería quedarse aquí.
Era una víctima de mis planes. Había ido hasta allí y me había subido al tren sólo por estar en el tren. Y a pesar de todo, es cabezota y sigue hasta el final.
No responde del todo a mis expectativas. Buscaba algo más patagónico. A medida que avanzan las páginas, crece su melancolía, y resulta demasiado personal y egocéntrico. Sin embargo, mientras le acompañas en esos trenes, deseas hacer las maletas y subirte aunque sea en marcha.
Temas e historias que más me han gustado: Mujer de USA que busca a un hombre mexicano al que le dio dinero para despedirse de su madre ya que padecía una grave enfermedad, y desaparece. Partido de fútbol en San Salvador con lanzamiento masivo de preservativos o encarnizadas peleas entre el público para apoderarse de los balones que caen a las gradas.
Conversaciones y lecturas (Poe, Kipling y Hardy) con Borges en Buenos Aires. Borges no relee sus propios libros, prefiere a “los escritores de verdad”. Estima que los críticos lo han sobrevalorado, y considera el inglés el idioma ideal para la literatura. Define la Patagonia como “un lugar muy desolado. En la Patagoniano hay nada”. Su padre le dijo: “Lee mucho, escribe mucho y no tengas prisa por publicar”.“No entiendo la venganza. Nunca la he sentido y no escribo sobre ella.(Enma Zunz es la excepción, y tampoco cree que sea muy bueno). La venganza no cambia lo que hayan hecho, ni tampoco el olvido. La venganza y el olvido son irrelevantes. Olvidar, es todo lo que puedes hacer. Cuando me hacen algo malo finjo que sucedió hace mucho tiempo, a otra persona. ¿Funciona? Más o menos...” (Jorge Luís Borges).
Primeras páginas