El viejo roquero

Publicado el 06 junio 2018 por Icastico

El viejo roquero se moría. Tras cada actuación lanzaba su guitarra al público y, en ocasiones, cuando el éxtasis le alcanzaba, se echaba a volar con los brazos en cruz, aterrizando confiado en aquella pista de palmas abiertas deseosas de rozar al ídolo un instante y convertir el momento en eterno. Había pasado su vida saltando y brincando en los escenarios. En cada concierto se repetía que su hora había llegado. Que ya estaba bien cansado. Hasta que un día la vió. Do re mi fa sol la si do. Todo cambió. Yeah. Ya no brincaron sus piernas, solo sus vísceras. Retuvo aquel choque de miradas. En ese accidente vital notó que la vida vivida ya no era nada, quedaba todo por andar. Sintió lo que quiso ser y buscaba en los años perdidos a sus espaldas. No hubo parte del siniestro. A cambio extrajo del alma aquella balada guardada para cuando se presentara la ocasión. Y sin desprenderse de los ojos que lo ataban le dedicó la canción. Le dijo lo que soñaba para su última etapa. Le dijo con quién quería caminar. El viejo roquero vivió.

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