Edición: Rayo verde, 2014 (trad. Maria Rosich)Páginas: 224ISBN: 9788415539780Precio: 18 €Leído en la trad. al catalán de Maria Rosich (Raig Verd, 2014).En un futuro distópico del que apenas se proporciona información, dos vigilantes de un edificio de lujo se encuentran aislados en el aparcamiento. Cada movimiento que hacen está controlado, se les prohíbe relacionarse con los inquilinos y solo intercambian unas pocas palabras con el repartidor que les trae las provisiones de forma periódica. Michel y Harry, los vigilantes, desempeñan un cargo difícil: esperar, esperar en silencio a que suceda algo que les obligue a actuar, un algo de naturaleza incierta que, con todo, puede no producirse nunca. El desamparo aumenta cuando todos los residentes menos uno abandonan el centro sin que nadie les facilite nuevas instrucciones. ¿Ha ocurrido una desgracia en el exterior o sus superiores quieren ponerlos a prueba? En medio de esta incertidumbre, de esta calma tensa, las preguntas de los hombres se mezclan a menudo con la paranoia, la paranoia del encierro, la soledad y el miedo.Peter Terrin (1968), escritor belga en lengua neerlandesa, plantea una ambiciosa metáfora del desasosiego contemporáneo en El vigilante(2009; Rayo verde, 2014), su novela más aclamada hasta el momento, con la que fue galardonado con el Premio de Literatura de la Unión Europea. En muchas reseñas se describe como un thrillerpsicológico, y lo es, pero esta etiqueta debe matizarse. El suspense se asocia a la acción, al ritmo vertiginoso —esa cualidad tan ensalzada por el marketing de las grandes editoriales—, y, sin embargo, la tensión de El vigilante reside en la quietud (que no sosiego). Los protagonistas están encerrados, su margen de movimientos se encuentra muy limitado y todos sus pasos, al menos hasta cierto momento, se limitan a una rutina plenamente interiorizada, como preparar la comida o asearse, una rutina que ha cobrado una gran importancia por la ausencia de otros quehaceres. ¿Dónde están, entonces, la angustia, el peligro y los demás rasgos propios del thriller? En la mente. En la mente del narrador, uno de los vigilantes. Los méritos de Terrin no están solo en la trama planteada, sino en todo lo que esta representa, unos temas que invitan a reflexionar sobre los problemas de la realidad contemporánea, como las consecuencias de la desinformación, la brutalidad que esconde el ser humano, la desconfianza hacia el otro, el pánico en una situación adversa. La sociedad tiende al individualismo, al trabajo a distancia, y El vigilante lo lleva al extremo con esos hombres aislados que deben cumplir la orden tiránica de no preguntar. Dos hombres que ni siquiera tienen una relación estrecha entre ambos. ¿Y si, en el fondo, la disciplina, el silencio y los secretos nos hacen más débiles? La forma de relacionarse (o no) con los demás es otra de las claves del libro.
Peter Terrin
En suma, El vigilante es una novela extraña, desconcertante y oscura que parece decirnos que incluso lo más pequeño, lo más intrascendente, lo más trivial, se puede amplificar y cobrar una importancia vital cuando ciertos valores se han perdido o, mejor dicho, se han difuminado por la fuerza ejercida sobre el débil por parte de una organización omnipresente y ausente a la vez. Terrin desconcierta tanto a su público como a sus personajes: juega con la falta de datos, hace dudar hasta la última página y más allá, mezcla tiempos, vuelve loco al lector. Y esto es un mérito en sí mismo.