El vino

Por Jose Diego Ortega. Marevinum


EL TIEMPO DARÁ O QUITARÁ RAZONES

   “El pollo que contiene este guiso ha sido sólo parcialmente desplumado, por lo que es natural que aparezcan plumas en su plato”. Si en la carta de un restaurante encuentra un aviso como éste, ¿Qué pensaría?
Hipótesis uno: ¡Qué restaurante tan original y ecológico! Voy a pedir el plato y pasaré un buen rato escupiendo plumones.
Hipótesis dos: Esto parece cachondeo. Yo cuando pago por algo, quiero que esté correctamente elaborado y acabado, para que llegue a mi mesa en las mejores condiciones de presentación y sabor.
   Si su respuesta ha sido la primera, no pierda el tiempo leyendo este panfleto, ya que no le aportará nada más que un ligero malestar que “puede ser normal, dado que este artículo tampoco está filtrado”.
   Si por el contrario pertenece a los de la segunda opinión, convendrá conmigo en que lo cortés no quita lo valiente y que un vino correctamente elaborado, siguiendo todas las técnicas tradicionales y ecológicas habidas y por haber, no tiene porque presentar una flotilla de “submarinos” en su copa (al menos antes de que los años hagan su labor y los pigmentos se degraden y precipiten). Si presenta sedimentos o impurezas, es porque no se ha elaborado de manera correcta, ya que hay técnicas de filtrado y estabilización tan naturales y antiguas como la propia historia del vino. Se podría decir que el trabajo no está bien acabado.    Un vino verdaderamente concebido para ser disfrutado en todas sus facetas, no va a perder demasiado valor añadido si se filtra. Es una variable que hay que tener en cuenta a la hora de idearlo. Se debe contar con que hipotéticamente algo de sabor o carácter se le irá con el filtrado, por lo que quizá habrá que añadir algo más de “carga” para subsanar la cuestión. No quiero ni imaginarme si guardamos varios años uno de estos vinos, y a la falta de limpieza inicial se le une el sedimento natural del tiempo y los bitartratos de la no estabilización. La copa se parecerá más a uno de esos “gintónic/jardín zen/ensalada” que ahora están tan de moda, que a una copa de vino.

   Volviendo otra vez a la muletilla de los ejemplos, no hay nada más desagradable que ir a beber un vaso de leche que tenga una capa de “telilla” que se quede pegada a la barbilla al primer sorbo y nos manche la pechera. Igual que no quiero tener que usar un colador cada vez que me apetezca tomar un vaso de leche, tampoco quiero tener que decantar un vino con un par de años de edad (y de paso dejar cuatro dedos en la botella), porque el bodeguero no haya querido hacerlo por mí. Modas vienen, modas van y sólo lo lógico perdurará. Entre esto y los tapones de rosca, me tenéis contento.
   El debate está servido y quizá haya abierto la caja de los truenos, pero no hay que darle demasiada importancia a este artículo, porque sin saberlo, fue escrito en un día “raíz.” calendario lunar  Hala, otro cubo de gasolina al fuego. Ya lo dice mi madre: No tengo remedio.