Ayer nos fuimos de viaje a Grecia, nada menos, a través de nuestro líquido elemento favorito. La escapada fue simplemente deliciosa.
Es increíble como uno puede viajar en el espacio tiempo gracias a este hilo conductor, a este mágico elixir que extrae la esencia de cada terruño como ningún otro "ingerible" que conozcamos. Uno no lo piensa, no lo planifica pero ¡De repente…! Allí aparece.Y ayer, como quién no quiere la cosa, estábamos cenando en Grecia, junto a una entrada de queso manchego y salame casildense, cerrando con unos deliciosos panzottis hechos por manos italianas, acompañados por una salsa boloñesa con firma venadense. Una sencilla pero encantadora fusión “gastrogeográfica” ¿Verdad?
En nariz, recién abierto, se apreciaban notas intensas a pimiento y se intuía la madera que se fue abriendo al poco para dejar expresarse otros aromas increíbles, sugerentes: pimiento, especias, frutos secos, regaliz, vainilla, acidez de la fruta roja como guida o ciruela… Dulce, sereno, intenso, muy, pero que muy rico en aromas…
Y en boca ¡Sorprendente! Uno se esperaba algo más “aposentado y descansado” pero nada de eso. Impactó la acidez intensa que expresaba, esa deliciosa, saltarina y estimulante de los frutos rojos jóvenes.
Entraba así, pleno, con brío y pasaba por boca suave para dejar tras de sí un regusto delicioso, frutal, picante y sumamente complejo…Sin dudas los dioses estarían felices con este tributo que les brindan los productos de las vides que crecen en suelo mágico, dorados por un sol brillante en un intenso cielo azul, y refrescados por la brisa de los vientos marinos.Son estas, quizás, las uvas más antiguas de la historia…, crecen allí desde hace más de 4000 años… y nosotros tuvimos el placer de degustarlas y empaparnos de ellas en un viaje tranquilo, relajante, e inolvidable…
Viñedos de Nemea, tomados de la web de la bodega Zacharias
Qué grandes estos griegos!Gracias por leernos,Salute, Rumbovino.