Nos encanta divagar, andarnos por las ramas e incluso perdernos en nuestras propias reflexiones (reconozco que yo también lo hago).
En este maravilloso país nos encanta mezclar “churras con merinas” cuando la ocasión lo presenta, o sea casi siempre. Nos encanta emponzoñar los hechos objetivables con ridículas interpretaciones políticas, religiosas o simplemente Kafkianas de intelectuales aburridos. Y eso, enmerdar las cosas, no es para nada productivo al restarnos gran cantidad de energía para otros menesteres más constructivos e interesantes… además de dejarnos con el culo al aire, al plasmar con nuestras opiniones lo perdidos que andamos en quizás demasiadas “cosas”.Cito esto, por los comentarios e improperios que se han soltado sin ton ni son (básicamente desde las redes sociales), a raíz de la repatriación desde Liberia, del sacerdote Miguel Pajares a consecuencia del contagio sufrido por el virus del Ébola y que por desgracia, finalmente ha terminado con su vida.
Dichos improperios no tienen una etiqueta definida, iban de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, de arriba (pudientes) a abajo (no pudientes) y de abajo a arriba, de agnósticos a religiosos y viceversa… como digo, ha habido para todos y desde todos los lados.
Partiendo evidentemente de una visión muy particular y desde un prisma puramente objetivo, considero que la repatriación del Sr. Pajares a España era lo lógico, lo normal y si las condiciones lo permitían, lo que se tenía que hacer. Era lo éticamente correcto. Y me reconocerán, que en una sociedad un tanto escasa y falta de humanidad y valores, no deberíamos permitirnos semejante frivolidad de dejar morir a un español que pide ayuda a su país. Por lo tanto, según mi modesta opinión el dinero gastado por el Estado, la parte que me corresponde como contribuyente, la doy por bien empleada… Hecho objetivo.
Sí, lo sé… sé que hay otros muchos españoles que han pedido ayudas similares y se ha dado la callada por respuesta o directamente se les ha negado... ¡Mal!
Sé por desgracia, que mientras el gobierno de la nación ha “gastado” 1.000.000€ en intentar salvar al Sr. Pajares, hay otros muchos españoles que se les está negando las ayudas a la dependencia o simplemente se les deja en la más absoluta indigencia… ¡Mal!
Sé también, que el dinero “gastado” en el sacerdote podría haber salvado de la hambruna a cientos de los Liberianos que ahí se han quedado… ¡Probablemente!
Sé incluso, de la fuerza y la impronta que la iglesia tiene en el gobierno del PP, reflejado en la caricatura de Monseñor Gallardón y su homónimo Jorge Fernández Díaz, y de los favores que tienen a bien otorgarles… ¡Opinión!Sé incluso que desde el punto de vista meramente pragmático, económico y ventajista (a sabiendas de su muerte), que ha sido a todas luces una mala inversión, una ruina para las deficitarias arcas del país… ¡Mezquino!Sé y hasta puedo considerarla como válida, la posibilidad conspiranoide de que sea todo una artimaña del Imperio Yanqui (del Nobel Obama), que obligó al pobretón de Rajoy a repatriar al sacerdote para poder experimentar con él la vacuna de la Farmacéutica Americana ($)… y ya de paso, si saliera algo mal y nos contagiásemos un poquito los españolitos de a pie ¡pues no pasaba nada!, ya que según parece nos estamos convirtiendo en un peligroso nido de rojos y fariseos, que hay que “eliminar” por el bien de la humanidad… Fíjense, hasta eso me lo puedo creer (P.J. Ramírez lo firmaría).Y sé, que desde un punto de vista religioso y de fe cristiana, para muchos la actuación del señor Miguel Pajares poco o nada se ha podido parecer a la de un beato, mártir o santurrón que quisiera morir con los “suyos de allí”… sino más bien, se acercaba más a la de un mortal cualquiera, que por lógica, quiere evitar la muerte o incluso morir con los suyos de aquí… ¡No sé si me explico!
Creo conocer todas esas cosas y alguna más. No soy ciego, ni sordo (algunos dirán, que gilipollas tal vez)… y todo eso lo sé. Pero por qué cojones nos perdemos en divagaciones absurdas e interpretaciones condicionadas a la cantidad de mala hostia que tengamos con el gobierno de turno, con la religión de turno o con el sistema económico neoliberal de turno, que nos convierte en consortes y palaciegos de un sistema que criticamos… ¿Por qué lo hacemos, si ésa no es la cuestión?
Porque, ¿cuánto cuesta una vida para usted, para el de allá, para ése el despistado?
¿Según ustedes, a quién está bien y no está bien intentar salvar?
¿Ser religioso es positivo o negativo o es mejor pertenecer a una ONG o ser periodista para poder ser salvado?Porque, qué queremos... ¿actuar como los gualtrapas que nos gobiernan, que nos dan dogmas de fe o directamente deciden si te tienes que morir a los 70 mejor que a los 85…y hacer finalmente, los ciudadanos, aquello que detestamos que hagan con nosotros?... ¡Porque señores, lo estamos haciendo! Estamos poniendo parches, excusas e impedimentos al hecho de salvar una vida por gilipolleces de carácter ideológico, religioso, moral o de la madre que nos pario a cada uno de nosotros… y por ahí, si queremos cambiar lo presente, lo siento, pero mal vamos.Porque, qué cambio le daríamos a nuestras generaciones futuras, si alimentándonos del odio o de la divergencias, al final nos permitimos opinar y actuar de la misma manera que éste gobierno está haciendo con nosotros, de forma tan miserable, en infinidad de aspectos básicos que le dan dignidad y sentido a la vida; como es el derecho a tener un cobijo, a ser socorrido, curado, protegido, aliviado e incluso repatriado a tu país, para salvaguardar la dignidad de las personas o simplemente poder vivir…Conclusión, actuando de manera cerril, sectaria y partidista nos convertimos en aquello que criticamos… porque considero que cualquier vida humana tiene que prevalecer sobre todo lo demás. La vida del padre Miguel Pajares también.Perdónenme, pero sea por lo que sea; equivocadamente, por casualidad o por la aparición de la Pilarica a Sor Pija Ana Mato… por una vez que han actuado correctamente, reconozcámoslo y alentemos, eso sí, a que no haya diferentes varas de medir… ¡pero lo ven! eso son divagaciones que enturbian el caso concreto que nos ocupa. Y es ese “fino hilo de cordura”, el que tendríamos que ser capaces de analizar y sopesar para no cometer siempre el mismo error… el de ser demasiado “humanos”.