Живущий
Anna Starobinets
Traductora: Raquel Marqués García
Nevsky Prospects
384 páginas
Argumento:
En una sociedad distópica futura el número de personas permanece invariable en tres mil millones. Cada vez que alguien muere, su código personal es transferido a otro que nace, quien podrá acceder a las cartas y documentos dejados "en la nube" por su anterior reencarnación. Pero un día nace Cero, un humano sin código y el sistema empieza a tambalearse.
Comentario (con algún spoiler):Lo cierto es que la premisa de la novela (la inmortalidad o negación de la muerte a través de sucesivas reencarnaciones que el individuo puede conocer, pues guarda sus recuerdos y documentos en un almanacenamiento online) es atrayente. Así mismo, muchas de las ideas vertidas por la autora en la obra están dotadas de interés, como la forma de vida basada en varias capas de existencia, desde la primera (el mundo real), el mundo del "socio" (una especie de internet o red social), "luxuria" (un lugar donde se realizan todas las fantasías) y varias capas más.
Sin embargo, a mí me ha fallado, desde la perspectiva CF, un punto concreto que es saber cómo se logra esa "continuidad" vital solo interrumpida por la "pausa" y los "cinco segundos de oscuridad" (muerte física). Es decir, yo entiendo que en la novela la gente no se reencarna de verdad, sino que viven engañados por un sistema que incluso se engaña a sí mismo, ya que en ningún momento se nos indica por qué medios científicos o no se realiza esa "transferencia" (aunque tengo dudas ¿se reencarnan de verdad?). Pero en el mundo distópico todo el mundo, salvo muy contadas excepciones, se lo cree, hasta los jefazos de ahí. Y eso es algo que yo no me trago. Me ha recordado a la película "La fuga de Logan" con su organizado "carrusel" (aquí un festival al que hay que acudir antes de cumplir x años, donde en realidad te matan al modo nazi: duchas que no son duchas), y que de igual modo parecía ser una forma de control social y de población, dirigido por un consejo secreto de personas que sobrepasaban los límites impuestos a los demás. Así que en ese aspecto, nada nuevo bajo el sol de las distopías.
Imagino (o quiero imaginar) que el interés de la autora no es inventar una sociedad creíble sino usar "el vivo" (la sociedad humana interconectada, y considerada como un solo organismo (de ahí las continuas alusiones metafóricas a comunidades de insectos como las termitas), como una metáfora de las actuales redes sociales y del auge de lo virtual sobre la "vida real" y sus valores. En este mundo, poca gente aprecia la primera capa, donde además apenas quedan animales (y los que quedan están como en reservas o zoos), y la existencia carece de sabor y de interés para personas mentalmente conectadas a una orgía de anuncios, servicios y diversiones. Hasta se ha privado al ser humano de su parte digamos más animal de apegos (los hijos son llamados "parientes" y retirados de las madres por el estado desde tierna edad, para evitar el "amor" familiar, algo cuyo objeto no he entendido del todo).
Por cierto, me ha resultado chocante y casi anacrónico que en esa "red" exista aún ¡la wikipedia! (con lo rápido que se desfasan estas cosas). Y algo "extraño" que la autora explicite con tanto énfasis uno de los mensajes subyacentes: el Amor todo lo puede, el Amor es lo más importante, tener hijos, la familia... En este punto no es precisamente sutil. Lo malo es que cuando en una novela te dicen a las claras "la moralina" esta deja de ser eficaz. Lo ideal sería que lo dedujera el lector o mejor aún, que este tuviera un conflicto al enfrentar dos morales opuestas.
La obra está organizada en fragmentos dedicados a diversos personajes (en diferentes tiempos): Cero, el niño sin código, Cleo, el planetar (guardián del orden) Ef..., lo cual hace que la lectura no sea fácil ni cómoda. Se mezclan interrogatorios con informes, cartas, relatos en primera persona... que lejos de aportar una nueva visión enredan y entorpecen. Es cierto que empieza bien y continúa también bien, creando intriga suficiente para llevarte a pasar páginas, pero también lo es que, pasado cierto punto, empieza a caer en picado hacia los mares de la confusión, y remata con un final atropellado y bastante caótico que realmente no me ha satisfecho.
Sobre todo porque, dejando aparte la metáfora de las redes sociales, el resto de la distopía me ha resultado muy artificiosa, forzada y poco emotiva. No he empatizado con la vida de esta gente, ni me he aterrado (como sí me pasó cuando leí 1984, de Orwell, que logra comunicarte la angustia de vivir en un mundo opresor). De hecho, me ha parecido que este mundo no tiene nada de "opresor". La gente es feliz, salvo algunos disidentes. Viven contentos pensando que no mueren y gozando de miles de diversiones, pelis, series. A Cero, que es una anomalía entre ellos, lo que parece preocuparle es no estar dentro del sistema más bien. Con lo cual hay algo que me falla y me chirría, que no me convence. Sí, la autora hace alardes en la jerga y las convenciones del género CF, pero no me cala. Creo que la intención era buena y el propósito ambicioso, pero se ha desinflado por cargar las tintas en lo formal más que en el "alma" de la novela. O esa es mi impresión.
En resumen, una obra de ciencia ficción de la que esperas mucho más cuando empiezas a leerla (más secretos, revelaciones impactantes e inesperadas, profundidad), y que, aunque en lo formal no está mal, a mí me ha dejado bastante fría.
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