El vuelo de ícaro

Publicado el 14 enero 2016 por Wig
Suele decirse que es bonito tener sueños mientras no se conviertan en fantasía. ¿O es lo contrario?. Es imprescindible fantasear para mantener los sueños. Unos sueñan y otros fantasean. El fin es alejarse de la realidad cotidiana y del pesimismo existencial que conlleva descubrir  que la Sociedad siempre va a funcionar de la misma manera. Como un rodillo de penas y vicisitudes. El cerebro necesita ambas vías de escape: soñar y fantasear. La diferencia está clara. El problema acaece cuando los sueños o las fantasías abordan y perturban el razonamiento real. La razón, como la inteligencia, es múltiple. No hay una razón única identificada como la lógica, puesto que ya se ha demostrado que la mayor parte de nuestras decisiones son tomadas inconscientemente. La razón lógica es tan "razón" como la razón emocional, o la razón realista, o la razón optimista, o la razón irremediable (aquella que nace de un destino inevitable), etc. En fin, pero este post no trata de eso. Íbamos por la influencia y el dominio de los sueños y las fantasías sobre los razonamientos realistas. En este caso, el proceso se enfrenta al criterio de la negación de la propia realidad que nos rodea. Esos sueños y fantasías nos harán luchar por ellos para ocultar cualquier destello de lo que no queremos ver. Eso nos hace más optimista, sin duda. Y aunque el Mundo se nutre de realidades, los sueños y las fantasías hacen que se mueva. Es bonito tener sueños y tener fantasías de forma independiente, pero no lo es tanto cuando los sueños se convierten en fantasía, porque en éste último término, la fantasía se convierte en una involución del sueño, lo que implica una obsecación sobre una irrealidad, y ésto último se traduce en un alejamiento de "los pies sobre la tierra". Y ya saben aquello de que el nombre no vuela porque no tiene alas. Los sueños y la fantasía son las alas de pensamiento humano, pero los sueños tranformados en fantasía sobre la realidad son un viaje hacia el mar desde un alto precipicio. Las fantasías son buenas mientras se mantenga al alcance de la conciencia como que Ícaro voló demasiado alto sobre el Laberinto de Creta. Las alas se las derritió el Sol. Como aferrarse demasiado a las fantasías destruye los sueños. Pues los sueños, sueños son; mas las fantasías no son sueños. El vuelo de Ícaro nos refleja el dilema en forma de mitología. Y llegamos al título del post.