El X FiSahara otorga su 'Camella Blanca' con la esperanza de la independencia

Por Teofermi Teo Fernandez @teofermi
'Mayibuye. (Retorno al Sáhara Occidental)', del sudafricano Milly Moabl, ha conseguido la 'Camella Blanca', el máximo galardón del Festival de cine FiSahara, que esta décima edición concedió un Premio especial a '5 cámaras rotas', codirigida por el israelí Guy Davidi y el palestino Emad Burnat.
El Festival, que entregó sus premios la noche del sábado en una gala con participación de los más altos cargos del Frente Polisario, también reconoció el trabajo del marroquí Nadir Bouhmouch 'Mi Makhzen & Me' y el primer largo de la escuela de cine del Sahara Abidin Kaid Saled que presentaron un grupo de estudiantes, 'Patria dividida'.
La fiesta culminaba un día especial en el campamento de refugiados de Dajla, ya que el 12 de octubre se celebra el día nacional de la reunificación de las tribus nómadas saharauis. Payasos, cooperantes, cineastas y periodistas vivieron el final de esta última jornada a ritmo de Tonino Carotone, que ofreció un divertido concierto en el que participó todo el mundo, sobre todo los saharauis, que acabaron abrazando al músico navarro que, por su parte, se despidió visiblemente emocionado. "Lloré -dice el artista a Efe-. Lo que sentí es que no se puede definir con palabras. Es un público muy especial, y no es fácil porque ellos tienen su música. Cuando se murió mi padre me hice el duro y me costó mucho llorar. Ahora he recuperado esa lágrima en el desierto", resume. Miradas como las que se lleva la fotógrafa freelance Beatriz Portinari en una buena colección de retratos, tan hermosos como tristes, de las mujeres saharauis: "Son las más poderosas que he visto en todo el mundo árabe". Su vida cotidiana
Y después, la sensación agridulce de los que se quedan, la mezcla de la enorme gratitud por los días en los que el cine les hizo visibles para el mundo, y la pena de quedarse de nuevo en su vivir cotidiano, una vez desmontadas la jaimas comunales, en los tremendos secarrales que son las calles y plazas de Dajla. "Cuando se apaga el proyector y cargamos los camiones, nos vamos convencidos de que el proyecto sigue vivo, primero, porque cada uno de nosotros lleva el Sahara en el corazón y se convierte en un embajador de los saharauis", asegura a Efe la directora ejecutiva del festival, María Carrión. "Y segundo -añade-, porque cuando el festival se clausura empieza el curso en la Escuela de Cine, y cuando volvamos, al año que viene, veremos sus películas en el XI festival". Una escuela que fue creada en 2011 por iniciativa del FiSahara y cuenta con el soporte del Ministerio de Cultura y de diversas asociaciones sin ánimo de lucro, así como de algunos cineastas que han hecho donaciones de material, como Pedro Almodóvar.
La solución Según ha explicado a Efe el director de la escuela, Omar Ahmed, los recursos son tan escasos que los alumnos, que viven en la escuela los dos años que dura la formación, pasaron apuros para comer. "Si no hubiera sido por el esfuerzo de los muchachos, que han implicado a familiares y amigos, la primera película no se habría rodado nunca", ha dicho Ahmed. Habla de 'Patria dividida', un largometraje en el que los actores son los propios estudiantes y la gente de la wilaya '27 de febrero', ahora wilaya Bojador (una de las cinco que se extienden por el desierto de Argelia) donde se ubica la escuela. Hoy, la visita de las gentes del FiSahara ha traído hasta la wilaya al presidente República Saharaui, Mohamed Abdelaziz, quien tuvo palabras de agradecimiento para los organizadores del festival de cine y de elogio para los chicos de la escuela. "FiSahara -ha dicho Abdelaziz- es un espacio de contacto, de encuentro y de debate sobre la justicia, la paz y la democracia (...) que representa la defensa de los derechos humanos del pueblo saharaui y de la solidaridad con nosotros". Para los habitantes de Dajla, el secreto y la esperanza está en los cantos 'sakarit' que las mujeres saharauis hacen con su lengua como signo de alegría y celebración: "Labadí, labadí, ann takerir al masir: No hay otra solución que la autodeterminación".
Fuente: elmundo.es