En toda su existencia la criptozoología nunca ha demostrado que existan ninguna de esas criaturas, eso sí, lo que tiene son muchos testimonios, anécdotas y como no, más de un fraude. Por supuesto, siempre se ha acusado a la ciencia y la comunidad científica de estar ciega y no querer ver la verdad sobre la existencia de seres como el monstruo del lago Ness, el Yeti o el chupacabras. Pero lo cierto es que cuando se analizan las afirmaciones de la criptozoología no se encuentra nada que merezca la pena(1).
No obstante, recientemente(2) un grupo de científicos de la Universidad de Oxford en el Reino Unido y del Museo de Zoología en Lausanne, Suiza hicieron un llamamiento para recibir pelos de lo que pudieran ser primates anómalos. La intención era analizar el ADN de dichas muestras para ver cómo podían ser catalogados. De entre todas las muestras recibieron 57 pelos, provenientes de defensores/creyentes de la existencia del Bigfoot.
De las 57 muestras algunas resultaron que ni siquiera eran pelos, sino restos de plantas o de fibra de vidrio, otros tantos estaban tan desgastados que resulta imposible analizarlos. Tras eliminar todas estas muestras inservibles se quedaron con un total de 37, y de estos había siete que no contenían suficiente ADN como para sacar conclusiones del análisis. Así pues, quedan un total de 30. ¿Qué es lo que se encontró tras el análisis? Pues que todos, es decir los 30 pelos que analizaron, son de especies conocidas, había varios de osos, de caballos, de perros o lobos, de puercospin, incluso había un pelo humano. Para que los criptazoólogos no se quejen de que no se examina sus datos desde la comunidad científica los resultados han sido publicados en la revista Proceedings of the Royal Society B, el trabajo lleva por título Genetic analysis of hair simples attributed to yeti, bigfoot and other anomalías primates(3).
Lamentablemente, y como era de esperar, no han aparecido las pruebas de la existencia del yeti u otros bichos similares pero de distinto nombre. Sería sorprendente y fascinante que alguna de esas criaturas existiera, pero la realidad es terca y no se pliega fácilmente a nuestros sueños más fantásticos o a las aspiraciones de los criptozoologos. No obstante, bien pensado ¿quién necesita esos criptobichos? A veces nos maravillamos al pensar en ellos, pero un vistazo al reino animal nos muestra que la realidad ha superado y supera con creces la ficción. A caso se nos ha olvidado que vivimos en un planeta sobre el que hace tiempo caminaron criaturas, como por ejemplo, los dinosaurios, o que habitamos un planeta en el que existen cazadores tan letales como el tiburón blanco, o hemos olvidado el estremecedor espectáculo de la migración de los ñus y como luchan por sobrevivir a las dentelladas de los cocodrilos que esperan escondidos en el río, o acaso hemos olvidado la belleza de un lobo, o la belleza y precisión del vuelo del águila. Solo tenemos que abrir los ojos para ver lo maravillosa que es la fauna de este pequeño punto azul pálido. Si queremos soñar no tenemos más que mirar a la realidad para darnos cuenta, de que muchas veces, en ella encontramos las imágenes más evocadoras que podríamos concebir.
(1) Chordá, Carlos. El yeti y otros bichos ¡vaya timo! Editorial Laetoli.
(2) 'Bigfoot' samples analyzed in lab. Science.
(3) Bryan C. Sykes, Rhettman A. Mullis, Christophe Hagenmuller, Terry W. Melton, and Michel Sartori. Genetic analysis of hair simples attributed to yeti, bigfoot and other anomalous primates. Proceedings of the Royal Society B