Por Luis Herasme
Es altamente posible que el orgullo propio del presidente de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), Eduardo Hidalgo, haya quedado profundamente herido por la decisión administrativa del Ministerio de Educación de designar a los 18 nuevos directores regionales, dado que la medida afectó a su esposa La profesora Miguelina Elizabeth Alcina, destituida como directora de la Regional 10 de Santo Domingo.
Por una razón natural, una emoción de inusual tristeza pudo haber acogido a Hidalgo, por el peso de
su orgullo de ser el presidente de la ADP, diputado y dirigente del PLD, independendiente de la justeza de la medida dispuesta por el ministro de Educación, Andrés Navarro.
Puede, entonces, que la subjetividad (el yo de Hidalgo) le impida asimilar y aceptar la objetividad de la disposición del Ministerio.
No se trata de analizar de si Eduardo es o no un gremialista preocupado y entregado a la clase magisterial, sino de comprender la inevitabilidad de su angustia de impotencia por el impacto del ventarrón en su propia casa, en una sociedad en que en muchas ocasiones la "enfermedad" del estatus y el ego personal se convierten en obstáculos para el avance social e institucional. Editado en Neiba, Cabecera de la Provincia Bahoruco, República Dominicana. Contacto: herasmeinteractivo@gmail.com