Tan sólo andaba por la orilla izquierda de la playa, alimentándose en la rexa, un pequeño grupo de correlimos, todos comunes, excepto un ejemplar de correlimos zarapitín Calidris ferruginea, que ponía la nota de color, en este caso de un tono anaranjado.
Aún con bastantes plumas herrumbrosas en sus partes inferiores, este correlimos está realizando la muda a su discreto plumaje de invierno, aunque como es habitual en la especie ha empezado por las plumas corporales, dejando las de vuelo para el final. Se aprecian las coberteras realmente desgastadas.
Siempre es agradable ver a este migrante por la zona, sigue una ruta oriental y no es raro en las costas mediterráneas, pero sí en Asturias. Junto a los comunes se puede apreciar la diferencia en el tamaño y el porte, mucho más estilizado en el zarapitín.
De este, del correlimos común Calidris alpina, había 7 ejemplares, todos juveniles (como los que están con el zarapitín), salvo un adulto, aún con la mancha oscura muy llamativa.