El zepelín inventado como un medio de transporte civil que se creía desplazaría al avión no tuvo ni un buen uso ni un fin bueno, pues como sabemos nada pudo desplazar a los aeroplanos. En 1914 se inicia la primera guerra mundial y los alemanes como grandes inventores de este aparato por supuesto no podían dejar pasar la oportunidad de utilizarlo con fines bélicos. Transportaban municiones, algunos soldados y era rápido.
Su punto más débil quizá fue su fácil destrucción pues corría el riesgo de ser incendiado de un simple disparo. Tanto la fuerza aérea como la marina tenían varias unidades bajo su mando, ya que ni bien iniciado el conflicto los militares dotaron a estas frágiles máquinas con el fin de que sean propicias para el combate. Tenían un teléfono, un compás, un conductor, etc.; en sí todo lo esencial para cumplir su función: exploración, congestionar el espacio aéreo y bombardeo, aunque para esta última práctica aún faltaban décadas quedando sobre los aviones la principal responsabilidad.
El tamaño de estas obesas máquinas oscilaba entre los 750 y 1000 metros. Su primera función en el conflicto fue la de servir como patrullas para advertir los movimientos del enemigo y como exploración, pues eran muy silenciosos y algo rápidos. Su primer objetivo se localizó en el Mar del Norte y el Báltico.
La marina alemana por ejemplo contaba con unos 15 zepelines a su servicio que se encargaban de verificar las rutas y advertir la presencia enemiga. Claro está su mejor tarea fue develar donde los ingleses colocaban minas, que a menudo resultaban tan molestas para los alemanes. Pero pronto su uso se extendió al del terror. Resulta que al Káiser se le ocurrió la idea, iniciado el año de 1915, el de cargar a estas bestias con bombas para acabar con Gran Bretaña en su propia isla atacando puntos estratégicos y dejando de lado terminantemente Londres y otros puntos civiles y de escaso valor militar tales como edificios o museos, (sin embargo si aprobó los ataques nocturnos).
Así los ingleses empezaron a experimentar los primeros ataques a su industria desde el aire, una técnica totalmente innovadora y novedosa. Anglia oriental fue uno de los primeros puntos que sufrieron los métodos de bombardeo, únicos en la historia.
Historia de un hito
El primer ataque fue planeado para el 13 de enero de 1915 y así fue pues 4 zepelines fueron lanzados, sin embargo, el mal tiempo los forzó a abandonar su tentativa. El primer ataque exitoso entonces fue en la noche del 19 al 20 de enero. Con su conocido silencio, en una época sin radares, tecnología y con un nuevo método, el bombardeo aéreo, nunca antes intentado, los alemanes tuvieron éxito cuando dos zepelines, el L3 y L4, lanzaron 50 kilos de explosivos y unos 3 kilogramos de bombas incendiarias en Great Yarmouth en Sheringham así como algunas localidades de los alrededores, las cuales se vieron también dañadas. El saldo fue 4 muertos y 16 heridos.
El emperador pronto cambió de opinión y permitió que más bombas cayesen sobre Londres en una próxima ocasión, eso fue en febrero pero ningún ataque real se dio en dicha urbe sino hasta mayo de 1915 pues si bien hubo planes el 26 de febrero y el 17 de marzo contra dicha ciudad, lamentablemente el mal clima y la visibilidad baja, obligó a abandonar el objetivo nuevamente.
Uno de los atacantes del 26 se estrelló y otros fueron capturados. Otros vuelos más fallaron en abril, también debido al mal tiempo. Esto obligó a los alemanes a detenerse durante algún período de realizar semejantes operaciones. Sin embargo, a fines de abril el LZ 38 bajo el mando de Erich Linnarz atacó Ipswich y entre el 9 y 10 de mayo se hizo lo mismo con Southend, Dover y Ramsgate también unos días más tarde (16 a 17)la primera ciudad, Southend, volvió a ser atacada.
Obviamente a esta altura los británicos no pudieron dejar pasar desapercibidos semejantes ataques y la fuerza aérea empezó a interceptar los zepelines, sin embargo en un inicio fracasaron en su intento, pues el invento alemán tenía la facilidad de ascender hasta 10 mil pies, algo que ningún avión de la época podía hacer.
Londres como objetivo
Pronto Londres fue tomada como objetivo principal y en mayo de 1915 hubo algunos ataques que cayeron cerca de la Torre de Londres, el 31 de mayo fue la fecha exacta de este ataque al mando del LZ.38, poco después de las 23 horas pequeños incendios se encendieron en la urbe. Varias bombas cayeron sobre lugares públicos y muy comerciales, en un hecho que conmocionó a la población londinense, la cual empezó a exigir reparaciones y venganza al gobierno. A esto siguió un ataque en Stepney, Stratford y Leytonstone para dar vuelta e ir hacia Southend.
Así al final fueron arrojadas casi 120 unidades, 91 incendiarias, 28 bombas ordinarias y dos granadas lo que resultó en 7 muertos y 35 heridos. Los zepelines de la armada también trataron de llegar a Londres, un intento fue el del 4 de junio, pero el mal tiempo lo retrasó hasta el 6 al 7 y finalmente se atacó Hull mas no Londres, aun así el daño fue considerable. A pesar de que los aliados consiguieron asestar algunas bajas, tanto a zepelines en tierra como en el aire, la vulnerabilidad de las ciudades empezaba a estar claro, y un nuevo tipo de guerra se cernía sobre sus ojos.
Nuevos intentos fueron frustrados y los zepelines hasta incluso fueron utilizados en el frente ruso. En agosto de aquel año la marina volvió a intentarlo, y entre el 9 al 10 de agosto se lanzaron cuatro zepelines contra Londres y aunque ninguno llegó a su objetivo debido al fuego antiaéreo, las perdidas podían ser fácilmente reemplazadas. Se dieron algunos otros bombardeos en otras ciudades, hasta que en la noche entre el 17 al 18 del mismo mes se vuelve a intentar Londres como objetivo.
El L.10 se convirtió en el primer zepelín de la marina en lograr la proeza: llegar a la capital de Inglaterra, sin embargo, por falta de precisión obvió el objetivo y bombardeo Waltrhamstow, errando el blanco, así como Leytonstone. Los bomberos ingleses tuvieron que volver a apagar incendios, mientras los zepelines casi ni sufrían bajas y la aviación inglesa se tuvo que limitar a observar impotente y a hacer lo posible para derribarlos.
Entre el 7 y 8 de septiembre se bombardeó Londres con precisión, fueron dos Zepelines del ejército, también se lanzaron bombas sobre muchas otras localidades de los alrededores y las bajas para los ingleses iban en aumento y se hacían preocupantes. Al día siguiente los zepelines de la marina intentaron repetir la proeza, de los tres lanzados, sólo el último llegó a Londres y bombardeó una posición hacia las 22 horas con 40.
El daño esta vez fue cuantioso y no sólo por las 22 vidas y 87 heridos que cobró, sino porque el daño hecho a los inmuebles y negocios fue considerable, hasta que el fuego antiaéreo inglés consiguió derribar a los atacantes. El 13 de octubre la marina vuelve a lanzar tres zepelines, pero a esta altura de la guerra los ingleses ya contaban con una efectiva defensa antiaérea que si bien resultó limitada, al menos tenía un efecto disuasorio sobre los alemanes. Pero estos aprovechaban la altura a la que podían volar sus máquinas haciéndolos objetivos inalcanzables en la mayoría de ocasiones.
Las bombas siguieron cayendo sobre la ciudad, varias de ellas cayeron sobre el Lyceum Theatre matando a 17 e hiriendo a 20 personas. En Holborn siguió el bombardeo así como en otros lugares. En total aquel año hubo unas veinte salidas importantes, dejando caer 37 toneladas de bombas matando a 181 personas e hiriendo a 455.
1916
El ejército inglés tenía que hacer algo y de hecho encontró en su artillería de 102 mm la solución, casi unas 271 armas. Además de esto, algunos reflectores fueron introducidos para iluminar las noches y aclarar los cielos. La predecesora de la RAF y algunos elementos de la marina real consiguieron los medios para tratar de resolver el tema de los bombardeos del modo que sea. Se intentó disparar contra los globos pero esto nunca fue algo realmente preciso, además los alemanes habían fortificado los zepelines para hacerlos algo más resistentes a disparos aislados. En 1916 hubo otro ataque, esta vez nueve zepelines organizados por la marina alemana fueron enviados a Liverpool en la noche del 31 de enero al 1 de febrero. Tanto los zepelines como los aviones aliados que salieron en su búsqueda, se llevaron un chasco pues el mal tiempo les impidió verdaderos logros.
Pero Londres siempre fue el platillo fuerte, y también el más difícil de acceder. Por lo general, los zepelines conseguían dañar otras ciudades tales como la Anglia este o Essex, pero las bombas casi nunca llegaban a la capital, muchos regresaban a casa antes de llegar a su objetivo debido a problemas técnicos. La próxima salida a Londres se dio entre el 28 al 29 de julio cuando el primer Super Zepelin, L31, debido a su gran tamaño, apareció en los cielos ingleses, compuesto de seis poderosas hélices, cargaba en su interior unas cuatro toneladas de bombas, todo un logro para la época. El tiempo fue adverso otra vez y Londres tuvo que ser pospuesto hasta el 2 a 3 de agosto, donde se volvió a sufrir problemas.
Entre el 8 al 9 del mismo mes se consiguió dañar Hull. Entonces llegó el momento de la gloria alemana, pues entre el 24 al 25 de agosto se consigue la sexta incursión exitosa sobre Londres, cuando uno de los 13 zepelines lanzados, el L31 llegó a la capital inglesa, y dejo caer 36 bombas en diez minutos sobre West Ferry Road, Deptford Dry Dock y otros lugares matando 9 personas y dejando 40 heridos. El zepelín no sufrió daños y los que causó estuvieron valorados en 130 mil libras esterlinas.
Entre el 2 a 3 de septiembre el ataque más grande fue lanzado, se trataba de 12 zepelines de la marina, y cuatro del ejército, pero otra vez el mal tiempo les jugó mal y ninguna de las de la marina llegó a Londres. De las enviadas por el ejército a duras penas consiguieron lograrlo dos, el Lz98 y SL11, lanzando unas pocas bombas. Sin embargo aquella noche sería funesta para los germanos pues el SL11 fue derribado por William Leefe Robinson convirtiéndose en el primer piloto en derribar un zepelín en su propio suelo recibiendo una condecoración por su hazaña.
Esto generó que el ejército alemán pierda totalmente el interés por bombardear Inglaterra, pero la marina imperial se mostró renuente a abandonar un platillo tan tentador y en busca de venganza, entre el 23 al 24 de septiembre consigue enviar 12 zepelines en un ataque contra Londres, cuatro de ellos eran de clase exclusiva. Uno, el L30 no cruzó el mar y arrojó sus bombas sobre el mar, el L31 se aproximó a Londres desde el sur, y lanzó bombas en Kenley y Mitcham. Más bombas cayeron en Brixton y otros lugares como Leyton.
El L33 lanzó bombas incendiarias sobre Upmister así como en Bromley, pero el zepelín fue alcanzado por artillería antiaérea. Luego de sufrir grandes pérdidas aquella noche y efectuar un golpe regular al enemigo, los alemanes vuelven a intentarlo el 1 de octubre de 1916, cuando 11 zepelines volaron hacia Londres, el L31, haciendo gala de su experiencia empezó su larga marcha pero fue finalmente derribado en Potter Bar. En noviembre los zepelines empezaron a evitar Londres, un objetivo algo difícil y ya muy bien defendido, en seguida la artillería antiaérea y la aviación fueron derribando muchos más y hacía prever que su fin estaba cerca. Aquel año unas 125 toneladas fueron arrojadas y mataron 293 personas.
1917
Este año a raíz de que la artillería antiaérea inglesa se estaba haciendo efectiva, se crearon zepelines que podían ascender a un máximo de 21 mil pies. Uno de los primeros que salió con esta capacidad fue lanzado al aire en febrero de 1917, eran lo de la Clase S. Su primera salida no sucedió sino hasta la noche entre el 16 al 17 de marzo sin embargo debido a los fuertes vientos los zepelines no pudieron encontrar su blancos, se intentó entonces un nuevo contraataque el 23 al 24 de mayo y dos días después se intentó un ataque directo contra Londres, pero las nubes frustraron la tentativa, esto significó una gran desmoralización para los alemanes, quienes creían que sus nuevas máquinas pondrían de rodillas a los ingleses, lo que llevó al Káiser a determinar que nada se podía hacer y sólo se estaba perdiendo el tiempo. De ahí en más todo fue nublado para los germanos.
El 16 al 17 de junio un zepelín intentó una nueva salida, pero solo dos de los seis llegaron a Inglaterra más que todo a causa de los vientos. Los que llegaron bombardearon posiciones sin gran significado, sellando así como derrota el último gran intento de golpear Londres. En el norte del país se intentaron algunos golpes, tanto en septiembre como en octubre como en algunas ciudades tales como Manchester y Liverpool, pero la capital ya estaba prácticamente salvada. Muchos zepelines más fueron dañados y cayeron, convirtiendo la estrategia en un gasto innecesario para los alemanes, además muchos de ellos apuntaban a Londres por casualidad, como el L45 uno de los últimos zepelines en dejar caer sus bombas sobre la capital.
Finalmente para 1918 las aventuras en el cielo, que habían empezado con el pie derecho, habían quedado totalmente desbaratadas para los alemanes y sólo hubo cuatro salidas en 1918 en contra de puntos lejanos como el norte de Inglaterra, el 5 de agosto de aquel año se presenta el último y verdadero ataque, el L70 se perdió y los alemanes simplemente desecharon toda esperanza, tanto la artillería antiaérea como los aviones aliados habían demostrado que eran las armas del mañana en la guerra moderna, los zepelines no.