Elche: Una vuelta por Alicante

Por Mteresatrilla

Uno de los lugares que más nos apetecía visitar en Alicante era la ciudad de Elche y su palmeral, declarado Patrimonio de la UNESCO en el año 2000 reconociendo su valor como ejemplo de transferencia de un paisaje característico de la cultura de un continente a otro, en este caso del Norte de África a Europa. Esta no es, sin embargo, la única distinción que la UNESCO ha concedido a la ciudad alicantina, y un año más tarde, el drama sacro lírico El misteri d’Elx fue también reconocido Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad como ejemplo de teatro religioso medieval, el cual se representa cada mes de agosto sin interrupción desde el siglo XV.

Entre los siglos VIII y IX, Elche fue una ciudad fortificada de Al-Andalus hasta su reconquista en 1265. Los orígenes de la ciudad, que se remontan al Neolítico hasta su época visigoda, se encuentran en La Alcudia, a dos kilómetros del actual núcleo urbano, cuando se conocía como Heliké. De esta época es la ilicitana más famosa que ha dado la ciudad: la Dama de Elche. En el año 209 a.C. la ciudad ibérica se romaniza y en el siglo I a.C. adquiere el título de Colonia Iulia Ilice Augusta. Un buen currículum para una ciudad que no llega al cuarto de millón de habitantes.En la Oficina de turismo nos facilitan muy buena información de las dos rutas más interesantes: la Ruta monumental y la Ruta del palmeral.Solapamos ambas rutas y vamos intercalando la visita del Elche más monumental con la tranquilidad de los palmerales. Empezamos por el Parque Municipal ya que es aquí donde se halla la Oficina de Turismo. Es un magnífico espacio con una extensión de 6 hectáreas a disposición de ilicitanos y de foráneos, quizás el lugar más emblemático del Palmeral de Elche.


Está formado por diferentes horts o huertos: Hort de la Mare de Déu, Hort del xocolater, Hort de baix, Hort del real ... Hay que tener en cuenta que el palmeral no es un bosque natural, sino un paisaje diseñado con una finalidad productiva el cual no se puede entender sin considerar su complejo sistema de riego.Los árabes aportaron sistemas de cultivo innovadores y desarrollaron el cultivo de la palmera, aplicando técnicas de la cultura de los oasis del Norte de África y Oriente Medio.   En el Centro de Visitantes podemos ver una interesante proyección audiovisual que nos muestra una completa introducción de la ciudad, basada esencialmente en sus orígenes, la historia y el cultivo de la palmera, en la fiesta religiosa del misteri, en los restos arqueológicos de la Alcudia, en su gastronomía y en el Patrimonio de la UNESCO. El Parque Municipal dispone también de un bonito palomar y un templete de música, un restaurante, zonas infantiles ... un buen lugar para pasear o sentarse a la sombra de una palmera.
Nos dirigimos hasta la Basílica de Santa María (S. XVII – XVIII) situada en el emplazamiento de una antigua mezquita, lugar donde se representa el Misteri d’Elx.






Sin embargo, nuestro principal interés es subir a la torre para ver la panorámica de los palmerales que rodean la ciudad, un mar verde de más de 200.000 ejemplares (300.000 según algunas fuentes).


Muy cerca de la Basílica se encuentran los Baños Árabes que datan del siglo XII. Se conoce que existían otros baños pero sólo éstos han llegado hasta nuestros días. Están ubicados en el Convento de la Mercè (S. XIV) ya que a partir de 1270 después de que la ciudad fuera reconquistada, su fisonomía islámica fue cambiando. Hacemos solos la visita con una voz que nos acompaña y nos va explicando el funcionamiento de los baños árabes y la función de las distintas salas mientras se va iluminando cada una de las zonas. Algunos restos de frescos en las paredes corresponden a la época del convento.





Caminamos hasta el Hort de Sant Plàcid. Elche es una ciudad ideal para recorrerla a pie y se agradece poder olvidarse del coche durante unas horas. En el Hort de Sant Plàcid visitamos el pequeño Museo del Palmeral. Se encuentra en una casa del siglo XIX compuesta de dos cuerpos unidos por un puente de madera.Unos audiovisuales explican al visitante la historia, la cultura de los huertos y de la palmera, las técnicas de cultivo y el sistema de riego. Aquí aprendemos que el palmeral no es una agrupación casual de palmeras, ni un bosque, ni un jardín, sino un oasis integrado en el entorno, un paisaje de regadío creado por el hombre con la finalidad de transformar una tierra árida en un lugar donde desarrollar la agriculturaLos historiadores consideran que los fenicios y cartagineses fueron los introductores de los dátiles en la zona y, aunque ya existía la palmera en el paisaje de los romanos, está reconocido que fueron los árabes quienes la cultivaron.También aprendemos que la palmera no es un árbol, sino una planta prehistórica. No produce madera porqué no tiene tronco, sino un entramado de fibras vegetales que le dan una dureza y flexibilidad excepcionales. Hay palmeras machos y hembras y del tipo de reproducción – sexual o asexual – depende la homogeneidad de la cosecha de dátiles.
El hortelano vivía durante el año en su casa del huerto, conocida como “faeneta” y se dedicaba al cuidado de la palmera y sus productos asociados, siguiendo las técnicas de cultivo heredadas  de la cultura del Al-Ándalus. Los huertos están rodeados de palmeras datileras dispuestas alrededor de las acequias. Algunas se destinan al cultivo del dátil y otras a la obtención de la palma blanca que se consigue cubriendo las hojas de palma de tal manera que no les dé la luz. Con su falso tronco se fabrican vigas y utensilios y como es bien conocido, la palma blanca se usa para actos litúrgicos en todo el mundo. El domingo de ramos se celebra en Elche una procesión de interés artístico nacional donde lucen infinidad de palmas y palmones. Las monjas del convento de la Mercè queman todas las palmas de la procesión del año anterior y la ceniza de las mismas se utiliza para los actos religiosos del miércoles de ceniza. Algunas palmas son indiscutiblemente auténticas obras de arte, como el ejemplo que se puede ver en el museo. Adjunto al museo, se encuentra el Taller Municipal de Palma Blanca creado en 1998 y que muestra la profesión mantenida por unas pocas familias.
Justo enfrente se encuentra otro de los huertos, quizás el más conocido de Elche. Se trata del Huerto del Cura que es una propiedad privada y se puede visitar previo pago de 5€ por persona.A pesar de ser relativamente pequeño (13.000 m2 y “sólo” unas 1000 palmeras) se trata de un magnífico jardín botánico. El nombre se lo debe al cura José Castaño Sánchez que fue el propietario hasta 1918.





También expone una buena colección de cactus, caña japonesa, cítricos y otros tipos de palmera. La popularidad del Huerto del Cura es debida a la palmera imperial que allí se encuentra. El nombre se puso en honor a la emperatriz Sissi cuando ésta visitó el jardín en 1894.


Esta singular palmera es única ya que se trata de un caso extraño de ocho brazos que nacieron a una altura nada común de 2 metros sobre el suelo, con una singular sincronización de tiempo y altura que formaron este candelabro de más de 8 toneladas. También hay un lago con ejemplares de coloridos patos y pavos reales paseando por los jardines. La casa es del 1940 y es un ejemplo de la arquitectura de la zona. Tanto las columnas que aguantan el porche como las vigas están hechas de falso tronco de palmera.



De este punto parte la Ruta del Palmeral, un itinerario señalizado de unos 2 kilómetros y medio que recorre algunos de los huertos más importantes.Regresamos al centro que a esta hora se encuentra en plena efervescencia por haber empezado ya las rebajas de invierno.




Comemos en un restaurante situado delante de la Basílica de Santa María y del Alcázar de la Señoría, por donde pasaron personajes tan ilustres como los Reyes Católicos, Jaime I de Aragón o Pere IV. Actualmente se encuentra el Museo Arqueológico y de Historia de Elche, el MAHE.

Después de comer nos acercamos hasta la Plaza del Ayuntamiento para ver el edificio y también la Torre de Calendura, un reloj de autómatas construido por Alonso Gayrán en 1572. El mecanismo consta de dos figuras bautizadas en 1759 como Miguel Calendura, de mayor tamaño y que hace sonar las horas y Vicentet Calendureta, más pequeño que anuncia los cuartos.


Aquí se acaba nuestra visita a Elche y nos quedamos con las ganas de visitar las ruinas de la Alcudia, inicial morada de la dama íbera que abandonó la ciudad que lleva su nombre. Actualmente se encuentra en Madrid, en el Museo Arqueológico Nacional.