El gran problema con que la Junta va a afrontar la cita electoral es la nefasta situación económica que deja en Andalucía con un 31% de paro, el porcentaje más alto de la UE; ante la inacción y silencio mancomunados de la Junta y de los sindicatos, cuya responsabilidad en ello muestra la inconclusa reforma laboral que, en varias ocasiones, no han sido capaces de conformar. Y, el colmo es que estos sindicatos, antigüallas del pasado, se siguen comportando como si con ellos no fuera el continuo avance del paro, mientras continúan recibiendo las inconcebibles y millonarias subvenciones del erario público. Añádese además la deuda que ronda la impresionante cifra de 25.000 millones de euros, según estimaciones del propio Javier Arenas, que ha denunciado el impago de facturas y el recorte de servicios públicos en los últimos meses; han dejado las arcas andaluzas exhaustas, lo que no impide que sigan gastando cantidades ingentes de dinero en mantener su aparato clientelar, en subvenciones inútiles y en dispendios disparatados como la rehabilitación del Palacio de San Telmo. Los socialistas se han mantenido durante 30 años en el poder gracias a la cultura del subsidio que tan buen resultado les ha dado; pero la crítica situación de Andalucía exige un cambio de rumbo que ponga las bases de una economía competitiva y acabe con esas estructuras caciquiles y proteccionistas que suponen la base electoral del PSOE. Pasaron aquellos viejos caciques y vinieron estos nuevos.
El PSOE no ha sabido modernizar esta Comunidad y ha fracasado totalmente, por ello, Andalucía merece otra solución, para acometer las reformas que necesita y que deben empezar por la ejemplaridad de los gobernantes. Esta Región con el mayor índice de paro de toda España sufre una economía arruinada por la Junta con todo tipo de manejos y tropelías entre los ERES y los asuntos sucios de INVERCARIA. Puede que el PP llegue ahora con el suficiente impulso para gobernar; cuenta para ello, con el apoyo y entusiasmo de su inesperado aliado socialista, que se presenta como el “camino seguro”, pero su único camino es el que conduce a aferrarse al poder y la corrupción, esa que según publicaban ayer “ellos han denunciado con contundencia”, cosa que sólo sucedió timidamente cuando apareció denunciada en la Prensa.
Andalucía no necesita blanqueo primaveral, sino una gran reconstrucción; clama por un aire nuevo y formas distintas, políticos íntegros y decentes con experiencia y los pies en el suelo, preparados, formados y con su patrimonio ya constituido, gente que esté dispuesta a llevar a cabo las transformaciones en profundidad que requiere Andalucía, sin engaños ni mentiras, que no se conforme con un cambio meramente cosmético.
C. Mudarra