Pero ahora nos estamos acercando al punto definitivo, con la presentación (y aprobación o rechazo) de los Presupuestos Generales del Estado para 2011. Zapatero no tiene los suficientes apoyos en el Congreso para poderlos sacar adelante.
Parece claro que el PP, de oficio, se opondrá, y votará su rechazo. CiU, como ya anticipaba Duran i Lleida en ese debate de Julio, votará también NO, sean como sean los Presupuestos que al final se presenten. Está claro que su idea es forzar unas Elecciones Anticipadas, como resultado del rechazo de los Presupuestos por el Congreso. Yo coincido bastante con esta posición. Y parece ser, aunque lo nieguen, que CiU habría pedido al PNV un voto de rechazo.
Creo que esta legislatura ya está amortizada, y prolongarla artificialmente sólo puede ser negativo para todos. Han pasado suficientes cosas, la crisis ha azotado con brutalidad a todos los ciudadanos (bueno, unos más que otros, como siempre), el Gobierno ha tenido que quemar antiguas amistades, por verse obligado a defender propuestas que los sindicatos, evidentemente, rechazan.
Al Zapatero de esta legislatura ya no le quedan amigos. Bueno, es evidente que igual que lo que va matando es vivir, lo que quema al Gobierno es tener que gobernar.
Pero la realidad es incluso peor. Porque es verdad que no le quedan amigos, dispuestos a dar un voto de confianza al Gobierno, a analizar los Presupuestos que presente el Gobierno con el mejor ánimo de corregirlos para mejorarlos, si fuere posible. Nadie en el Congreso (aparte del Grupo socialista) está dispuesto a eso. Todos los demás están frontalmente en contra.
Pero claro, a falta de amigos, siempre quedan relaciones interesadas, que pueden permanecer a su lado si eso beneficia sus propios intereses. Es obsceno tener que asistir a los mercadeos inconfesables y barriobajeros que se están produciendo, para comprar voluntades, y conseguir que, finalmente, los Presupuestos sean aprobados.
En particular, resulta especialmente desagradable ver la posición del PNV, y la aceptación de ese statu quo por parte del propio Zapatero. El PNV constituye una minoría significativa en el Congreso, gracias a la Ley Electoral, que beneficia muy claramente a las fuerzas nacionalistas, implantadas con cierta fuerza en territorios muy concretos. Y perjudica, claro, a las fuerzas minoritarias de implantación en todo el Estado.
El PNV, hoy no es más que un partido político minoritario a nivel nacional, y en la oposición dentro del País Vasco. El Gobierno Vasco está actualmente en manos del partido de Zapatero, por un acuerdo puntual con el PP del País Vasco, que veremos en qué condiciones consigue salir de esta fase de mercadeo inconfesable. Patxi López es el lehendakari, y parece estar ninguneado en las negociaciones establecidas con el PNV para conseguir el voto positivo de sus siete diputados.
No tiene ningún sentido negociar nuevas transferencias al Gobierno Vasco, con el partido de la oposición allí. Salvo que se asuma, con toda la mala intención, que lo de un gobierno socialista en el País Vasco tiene los días contados.
Todo recuerda demasiado a aquel famoso Pacto del Tabaco con un Artur Mas en la oposición en Catalunya. Zapatero sembró ansias de reforma estatutaria más allá de lo que podía prometer. Zapatero engañó a Mas entonces, con todo el ruido posterior que aquello generó. Que tome nota Urkullu de los precedentes como negociador de su contraparte.
Francamente, la debilidad parlamentaria de Zapatero nos está costando ya demasiado cara. Además, Zapatero se mueve a impulsos tácticos de poco recorrido, para ir capeando obstáculos uno a uno, pero sin un plan definido identificable.
Creo que la única opción conveniente para todos sería la convocatoria de Elecciones Generales anticipadas, para conseguir un nuevo Gobierno con la fortaleza suficiente para abordar los difíciles tiempos que se nos avecinan. Aunque repitiera Zapatero, si esa fuera la decisión de los ciudadanos.
Pero basta ya de mercados persas, de cuánto me va a costar que me apoyes, de capear la tormenta como si cada rayo fuera un hecho aislado.
Podrían convocarse Elecciones Generales coincidiendo con las elecciones catalanas, y eso nos ahorraría costes a todos. Claro que a ningún político, ni nacional ni autonómico, le interesa eso. Aunque, por una vez, podrían decidir lo más ventajoso para los ciudadanos en su conjunto, en lugar de primar sus propios intereses partidistas.
Hay que erradicar la obscenidad de la vida pública.
JMBA