Amy Goodman, con la colaboración de Denis Moynihan
Las elecciones en Estados Unidos dependen sobre cualquier otra cosa del dinero; mucho dinero, que proviene cada vez más de fuentes “oscuras”, imposibles de rastrear. Sin embargo, la historia no está hecha de dinero sino de movimientos. La holgada victoria republicana en las elecciones legislativas de esta semana ha sido ampliamente descrita como una ola, un baño de sangre, una paliza. Más allá de la hipérbole, más allá de las declaraciones de los comentaristas políticos, fuertes corrientes están en movimiento, cambiando lentamente nuestra sociedad. Uno de los movimientos que logró visibilidad en medio de la maraña electoral es el que tiene como demanda principal un aumento del salario mínimo, el cual se impuso aún en algunos de los estados más conservadores.
En contra de las tendencias partidarias, los votantes de Alaska, Arkansas, Nebraska y Dakota del Sur aprobaron iniciativas de leyes para aumentar el salario mínimo, como lo hicieron los votantes de San Francisco y Oakland, California. En Illinois y en varios condados de Wisconsin, estados que eligieron gobernadores republicanos, importantes mayorías aprobaron iniciativas no vinculantes para aumentar el salario mínimo. Dado que los republicanos (y algunos demócratas) en el Congreso han bloqueado insistentemente un incremento del salario mínimo nacional, el pueblo está tomando el control del tema en sus comunidades y consiguiendo un apoyo rotundo en todo el espectro político.
El salario mínimo federal es de 7,25 dólares la hora, que con el ajuste por inflación es menor al de 1968. Esto se traduce en un salario de poco más de 15.000 dólares al año para alguien que tenga un trabajo a tiempo completo, quedando por debajo del umbral de la pobreza para las familias de dos personas. Por último, el Presidente Barack Obama ha hecho del aumento del salario mínimo un objetivo central de su presidencia. El pasado mes de febrero emitió una orden ejecutiva que obligó a las empresas que trabajan bajo contratos federales a pagar a sus empleados un mínimo de 10,10 dólares la hora porque, según dijo en su discurso del “Estado de la Unión” dos semanas antes: “Si cocinas para nuestras tropas o lavas sus platos, no deberías tener que vivir en la pobreza. Por supuesto, para mayores logros, el Congreso debe participar. Así que les pido que se unan al resto del país. Digan que sí. Denle un aumento a Estados Unidos”.
Ralph Nader, el legendario defensor de los consumidores y ex candidato presidencial del Partido Verde, ha luchado por un aumento del salario mínimo durante años. Nader acompañó a “Democracy Now!” en la cobertura especial de las elecciones legislativas de mitad de mandato de 2014 y vinculó los malos resultados de los demócratas con el hecho de no haber atendido el tema del salario mínimo: “A último momento asumieron el único tema que el sitio de noticias Politico.com afirmó que podría favorecer a los demócratas: el aumento del salario mínimo para 30 millones de estadounidenses que actualmente ganan menos que los trabajadores de 1968, si hacemos los ajustes por inflación. 30 millones de personas y sus familias, un montón de votantes, pero no le dieron la importancia que merecía el tema. Hace unas tres semanas y media le dije al Senador Harry Reid que este debate tenía que ser llevado al plano nacional por el presidente en una campaña por todo el país. Él estuvo de acuerdo y dijo que iba a llamar al presidente. Pero ¿qué logramos? Un presidente que pasó casi dos semanas en los salones de Nueva York, Maine, San Francisco y Los Ángeles recaudando fondos para los demócratas en lugar de hacer campaña en el país con un tema que tiene un 80% de apoyo. Hasta los ex candidatos a presidente republicanos Mitt Romney y Rick Santorum se manifestaron a favor de actualizar el salario mínimo”.
Nader comentó particularmente una de las contiendas más seguidas de la noche, la elección del senador por Arkansas, donde el demócrata Mark Pryor perdió el escaño que ocupaba ante su rival republicano Tom Cotton: “Una vez que ingresó al Senado, el Senador Mark Pryor se aseguró de darle la espalda a los grupos de ciudadanos, a los grupos liberales, los grupos progresistas. Estuvo a cargo del Subcomité de Asuntos del Consumidor y no pudimos ni siquiera conseguir una reunión con él. Los demócratas han dejado de lado las posturas económicas que les hicieron ganar las elecciones una y otra vez a Franklin Delano Roosevelt y Harry Truman. Ya no pueden defender a nuestro país de los programas más militaristas, corporativos y crueles, de las políticas en contra de los trabajadores y los consumidores, en contra del ambiente y de las mujeres e, incluso, en contra de los niños”
Arkansas, donde se encuentra la sede del empleador privado más grande del mundo, Wal-Mart, en realidad tiene el salario mínimo más bajo del país: 6,25 dólares la hora, más bajo incluso que el mínimo federal de 7,25 dólares la hora (en estos casos, los empleadores están obligados a pagar el mínimo federal). Allí, la iniciativa para el aumento del salario mínimo se aprobó con más del 65% de los votos.
La coalición Give Arkansas a Raise Now (Por un aumento del salario mínimo en Arkansas, en español) trabajó arduamente durante meses para lograr este resultado, y es solamente una de las coaliciones regionales que se ocupan de llevar este tema al electorado porque el Congreso se niega a asumirlo como prioridad.
Los trabajadores también están haciendo demandas directas a sus empleadores, con una campaña cada vez mayor entre los trabajadores de la industria de la comida rápida, que están exigiendo 15 dólares la hora. En manifestaciones coordinadas, realizadas en 150 ciudades el pasado mes de septiembre, más de 400 personas fueron detenidas en actos de desobediencia civil no violenta.
Imara Jones, colaborador de Colorlines.com, escribió que las elecciones de medio término de 2014 estarían marcadas por la falta de justicia económica y comentó el tema en la cobertura especial de las elecciones que hizo Democracy Now!
“La justicia económica estuvo presente en las elecciones nacionales en todos los aspectos. Antes que nada, en términos de participación de votantes se está hablando de apatía, pero la apatía es una elección. La decisión de no votar es una elección, y dada la situación económica y la falta de progreso y equidad económica, no es una decisión extraña. No debería sorprendernos para nada. Este es uno de los primeros aspectos importantes; la gente no acudió a las urnas, particularmente las comunidades que sufrieron el peor golpe de la economía: afroestadounidenses, mujeres solteras y jóvenes menores de 30 años son quienes no se presentaron y quienes fueron más afectados por la economía. No tienen opción.” De hecho, solo alrededor de un tercio de los ciudadanos habilitados para votar acudió a las urnas, con una participación muy baja entre los jóvenes menores de 30 años, las mujeres solteras y las personas de color.
La iniciativa popular en demanda de un salario mínimo justo es tan solo uno de los movimientos sociales que crecen día a día en Estados Unidos. El movimiento por los derechos de los inmigrantes, el movimiento por una reforma carcelaria y del sistema de justicia penal, el movimiento contra el cambio climático inducido por la humanidad, o contra la guerra sin fin son movimientos que inspiran a la acción, que conducen a las personas a las calles, a menudo arriesgándose a ser arrestadas, o incluso deportadas. A pesar de las apariencias tras las elecciones legislativas de este año, la gente es una fuerza más poderosa que el dinero.
© 2014 Amy Goodman
Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.