En este recién estrenado año de 2015 los españoles serán llamados a cuatro convocatorias electorales: las autonómicas de Andalucía en marzo, las municipales en mayo, autonómicas catalanas en septiembre y, finalmente, las generales en diciembre. Y salvo las municipales y las generales -que bien podrían distanciarse entre ellas para que, una a mitad de mandato de la otra, se comporten como elecciones a dos vueltas-, las andaluzas y las catalanas obedecen a intereses de los respectivos partidos que gobiernan en esas comunidades, alterando significativamente el “ritmo” democrático. La ruptura de la confianza entre los socios de la coalición (PSOE e IU) que gobernaba la Junta de Andalucía y la probabilidad, aún en minoría, de poder mantener el gobierno de la región, ahora que la oposición carece de líder conocido (PP) o de estructura sólida (Podemos), hace que el Partido Socialista Obrero Español prefiera adelantar los comicios en la Comunidad Autónoma.Si se confirman estos pronósticos, la líder socialista (Susana Díaz) podría al fin validar su acceso a la presidencia de la Comunidad con los votos de los ciudadanos y no gracias a la voluntad de quien le cedió la silla presidencial a mitad de mandato, el expresidente ahora imputado por el escándalo de los ERE José Antonio Griñán. Serán unos comicios que versarán sobre quién acumula más corrupción en sus filas.
La percepción ciudadana -especialmente sensible tras los recortes y sacrificios a los que se ha visto sometida- de que las políticas de austeridad se adoptaban desde instancias ajenas a los partidos y los gobiernos, ha fortalecido sobremanera a un partido en el que cristaliza la esperanza de los que no se sienten representados por la clase política convencional. A sólo cinco meses de su creación en enero de 2014, Podemos obtenía el 8 % de los votos en las elecciones europeas, consiguiendo una adhesión popular creciente a sus propuestas sin siquiera tener un programa electoral definido. Los dos grandes partidos que se alternan en el Gobierno de España, PP y PSOE, ven cómo peligra su cómodo régimen bipartidista con la presencia arrolladora de Podemos en la escena política.
PodemosLa desafección de los ciudadanos, hartos de sentirse pisoteados y empobrecidos, tiene también su causa en el nivel de corrupción que corroe el sistema político tradicional. Cerca de 2.000 casos de corrupción están siendo investigados por la Justicia, salpicando a todos los niveles del Estado, desde la monarquía hasta el último concejal municipal, incluyendo sindicatos y empresarios, sin que los dos principales partidos hayan hecho nada por impedir de manera drástica y definitiva esta infección que invade sus entrañas. Y mientras los trabajadores sufren reducciones salariales o la pérdida del empleo y los recortes se ceban sobre la clase media y trabajadora, las grandes fortunas del país prosperan y agrandan la brecha entre ricos y pobres, al tiempo que 33 de las 35 empresas más grandes de España evaden impuestos. De ahí nace la frustración que denuncia el poder de una “casta” corrupta y una democracia que ya no representa a los de “abajo”, pero que alimenta el surgimiento de Podemos, una fuerza que concurre a las elecciones generales con voluntad de “dinamitar” todo este sistema desde dentro y de gobernar.
No es de extrañar que las encuestas otorguen a esta formación el segundo lugar entre las preferencias de los votantes. Sus posibilidades de arrasar en las elecciones son enormes, por mucho que el Gobierno del Partido Popular utilice las instituciones para perseguir a sus miembros fundadores, como es el caso de Juan Carlos Monedero y sus irregularidades con Hacienda. Los partidos tradicionales, los poderes financieros y económicos y la élite social se sienten amenazados por este partido que, de entrada, ha obligado a todos a actualizar sus programas y modernizar sus mensajes. Ya han conseguido algo impensable: que las elecciones generales, en vez de ser un soporífero trámite para el relevo bipartidista, sean una oportunidad que despierta una enorme expectativa en todo el país. Algo bueno tenía que tener el soportar este año elecciones por un tubo.