¿Editar un libro es una tarea más febril que escribirlo?
No lo creo, son dos tareas completamente diferentes, pero el parto, ay, esa es una tarea ingente, solitaria y sin brújula.
¿Es el de editor un oficio de locos?
Lo es, pero por los mismos motivos que lo convierten en un oficio maravilloso. Nunca hay nada seguro, no hay fórmulas; la implicación es, sólo puede ser, máxima, para lo bueno y para lo malo; se trabaja con materiales efímeros, egos, talentos, inspiración; hay que compatibilizar técnica con artesanía…
¿Recuerda cuando fue la primera vez que se sintió editora?
No el momento concreto, pero sí el sentimiento de intimidad absoluta con el texto de un autor, con su proceso de escritura, y la emoción que ello me producía.
¿Cómo se describiría como editora?
Intuitiva. Me gusta trabajar muy cerca de los autores, muy pegada a sus alegrías y sus cuitas, al texto. Me gusta acompañar al libro en todo el proceso editorial, que es largo y complejo, y no acaba en la contratación del libro. Me gusta pensar que soy una buena compañera de viaje en la carrera de algunos autores.
¿Qué pesa más a la hora de publicar un libro en Seix Barral, lo literario o lo comercial?
Hacer comercial lo literario. El lector de Seix Barral es un lector exigente. Para intentar llegar a más público he comprobado que el mejor camino es utilizar todos los recursos de marketing y promoción a nuestro alcance, pero sin traicionar siempre dos principios esenciales: la calidad del libro a lanzar y su identidad.
¿Confía plenamente en su juicio literario? Los resultados dicen que sí…
Aprendo cada día a confiar en él. Siempre vislumbro la imagen de un zahorí en busca de agua. Lo que sí es cierto es que cuando estoy segura del potencial de un libro, estoy plenamente segura y soy capaz de transmitirlo, lo cual es muy importante porque el editor no es nadie solo, forma parte de un gran equipo.
¿Cuántas personas forman en la actualidad el equipo humano de Seix Barral?
Somos ocho personas y dos becarios, pero es importante destacar que diseñadores, marketing, realización (las tripas de los libros), controlers (pasta), red comercial y compras (gestión con las imprentas) tienen interlocutores con el sello a los que considero parte esencial del equipo, no puede ser de otra forma.
¿Cuál es ahora el criterio principal del catálogo de Seix Barral?
La calidad. Es el único límite, la única barrera, entran todos los géneros, idiomas y tendencias, pero el horizonte lo marca la calidad. Cuando he bajado el listón buscando editar algo más flojo en Seix amparándome en un supuesto potencial comercial ha salido mal, no es el sello para algo así. Muchas veces pienso que determinados libros funcionarían mejor si encontrasen el sello apropiado para ellos, sean del perfil que sean, de no ser así quedan perdidos en un catálogo que no los identifica, ni apoya.
En una editorial, ¿quién crea el valor añadido?
La propia editorial genera un intangible importante en el caso de los sellos editoriales. Piensa en el negro de Tusquets o el amarillo de Anagrama y los identificas con calidad, aunque hayan tenido sus tropiezos, como todos. Pero decir “la editorial” es decir su catálogo, sus autores, por supuesto, es decir su imagen, su diseño, su proyección nacional e internacional, su coherencia. En tiempos en que sólo hablan los números, como notas musicales, nos esforzamos todos los días por pelear los silencios, el intangible, ese valor añadido que a la larga es lo que permite mantener la velocidad de crucero.
Pere Gimferrer sigue siendo el director literario de Seix Barral. ¿Cómo llevan esta especie de bicefalia?
Él asesora puntualmente, es un lujo contar con su consejo y experiencia. Y un privilegio contar con su enorme capacidad de trabajo, criba gran parte de lo que llega a la editorial con enorme criterio.
¿Quién corrige los libros de Seix Barral?
Depende del libro. Si es un autor español, normalmente yo hago un primer editing, dependiendo del autor también Pere Gimferrer. Pero el trabajo fino, el partirse el cobre con el texto recae en dos editoras: Mar García se encarga de los libros traducidos y Teresa Bailarch de los libros en castellano, y ellas a su vez trabajan con Realización, un departamento que cuenta con correctores freelance. Los textos se cuidan muchísimo en Seix Barral.
Usted está llenando de aire fresco y de calidad el catálogo de la editorial con nombres como Ricardo Menéndez Salmón, Isaac Rosa, Nuria Barrios, Pablo Gutiérrez o ahora Jesús Carrasco. ¿Satisfecha con su apuesta?
Y Laura Fernández, y Milo Krmpotic, y próximamente Mario Cuenca Sandoval. Estoy muy satisfecha, no sólo por dotar de un futuro al sello, sino porque al hacerlo quiero pensar que honro su pasado, su identidad, ya que en la esencia misma de Seix está la apuesta por nuevas propuestas literarias. Del sello surgieron Julio Llamazares, Rosa Montero, Muñoz Molina y un sin fin de autores realmente espectacular en todos los idiomas.
Sin embargo, muchos de sus autores españoles consagrados parecen sacados de la Alfaguara de los años noventa.
Lo parecen, pero si paras a mirar nombres, pasaron prácticamente todos antes por Seix Barral. Las editoriales pasan periodos cíclicos, diría con ninguna ciencia que me ampare, y el ciclo bajo de una editorial es inmediatamente aprovechado por una editorial con empuje. El Alfaguara de los 90 –yo viví en persona el empuje de Juan Cruz- supo hacer leña de un Seix dolido.
¿Alguna recomendación para los jóvenes que están intentando abrirse camino en el mundo literario?
Esta es una pregunta horrible porque mi respuesta pasa por ingenua, y no quiere serlo. Mi respuesta es no cejar en el empeño de escribir la mejor obra posible, exigirse muchísimo, y después más, y perseverar. A las editoriales llegan muchísimos manuscritos de una calidad media muy baja. Cuando uno es verdaderamente bueno sobresale claramente.
El negocio editorial parece estar cambiando más en la última década que en 200 años…
Dices década y dices mucho. ¡Los últimos cinco años han sido arenas movedizas en términos de cambios! En un negocio de por si cambiante, esto añade nuevos retos, constantes. El que deja de pedalear un segundo retrocede siglos.
Los editores actuales no tienen en general muy buena fama entre los escritores. ¿Por qué sucede esto?
No lo sabía, supongo que hay de todo.
¿Qué balance hace de su etapa en Seix Barral cuando lleva ya doce años, cinco de ellos al frente?
Soy insaciable. El balance es muy positivo, pero no dejo de pensar en cómo cruzar saltar barreras: los recursos limitados, la crisis, la identidad del sello, el mercado, las nuevas tecnologías. Creo que cuando Adolfo García Ortega, que dirigía el sello entonces, me contrató, Seix estaba muy perdido desde todo punto de vista, en la pura ruina económica, de identidad, anímica y de futuro. Adolfo supo darle la vuelta a ese calcetín y yo tomé su testigo. El gran reto ha sido romper ese muro entre “literario” y “comercial”, esa creencia absurda de que literario jugaba en segunda, de que era lo que no vendía, y comercial lo que sí. Supimos montarnos al carro de los nuevos tiempos, incorporar el mejor equipo de comunicación, marketing, un cuidado diseño, y primar mucho la materia prima. Llevamos lo literario a jugar en primera de nuevo.
¿Cuál es su opinión de las editoriales pequeñas e independientes?
Son aire fresco, son un aliciente importantísimo y una muestra de que se pueden hacer las cosas bien, e incluso muy bien. Las hay que hacen una labor excelente, otras que se han subido al carro y tienen una calidad muy dudosa, pero todas han sabido cuidar la imagen trendi y alternativa tan empática para todos nosotros, lectores, libreros y críticos.
¿Qué libro ha publicado una editorial independiente y le hubiese gustado hacerlo a usted?
Stoner, de John Williams, lo publicó Baile de Sol. Pero obviamente, hay otros muchos.
¿Cuántos libros editan en un año?
Unas cincuenta novedades entre narrativa en castellano, traducida, ficción, no ficción y poesía.
¿Firmin, el delicioso libro de Sam Savage, es su gran éxito?
Supongo que es el más extravagante, por aquello de hacernos con los derechos internacionales de un autor extranjero, y el que más visibilidad internacional dio al sello por impredecible, puesto que era un libro “antiguo” para el hambre insaciable de novedad del mercado editorial.
¿Qué libro del catálogo de Seix Barral ha tenido las ventas más altas desde que usted es la editora? ¿Cuántos ejemplares ha vendido ese libro?
No sabría delimitar ventas totales en el tiempo de mi estancia, pero Eduardo Mendoza, Firmin, El club Dante, Pasión India, La elegancia del erizo y Maldito Karma son algunos de los autores y de los libros que han vendido mucho, mucho. Hablamos de entre 300.000 ejemplares y el millón.
¿Y cuál las más bajas? ¿Y cuántos ejemplares ha vendido el libro?
Hay worstsellers de menos de 500 ejemplares. ¿Sabías que la editorial Diogenes en Zurich publica, o solía publicar, anualmente su lista de worstsellers?
¿Está en América el porvenir de la edición española?
Esa es una afirmación pensando en mercados, no en gustos. Es un buen momento comercialmente hablando ya que sus mercados están muy pujantes y dado que la crisis está desbaratando las cosas aquí, cómo evolucione eso hacia un porvenir estable es otro cantar, e interesante reto más al que enfrentarnos.
¿Qué opina sobre el libro electrónico?
Que es un complemento ideal para determinados momentos, como viajes, por ejemplo.
¿Qué modelo de libro electrónico tiene?
Iphone, ipad y ordenador.
¿Matará el libro electrónico a la librería de toda la vida?
Never, nunca, jamás.
¿Cómo luchar contra la copia ilegal de libros electrónicos?
Con medidas que permitan bajar el iva del libro electrónico y su precio, pero sobre todo, sobre todo, con una ley implacable y campañas de concienciación social como prioridad.
¿El libro en papel será en el futuro un objeto de lujo?
No lo creo, pero el cuidado por la forma hará de algunos de ellos objetos sin equivalente en el mundo digital.
* Entrevista realizada en el Blog de Daniel Heredia. Para verla completa pinchar aquí.