Elena Tablada

Publicado el 10 noviembre 2021 por Plasnisk

Se autodefine como diseñadora de joyas para que no digan que vive del cuento tras haber estudiado un módulo de CCC en Estados Unidos de "Diseña tus joyas". O eso o que las compra en AliExpress y luego se las vende a pardillos. Por lo visto también diseña sombreros.

Era fan del creador de la Bisbivuelta y lo perseguía en aeropuertos, hoteles, y como era una niña pudiente, hasta coincidía en vuelos con él.

Desde que le pidió un autógrafo allá en 2002 en el aeropuerto de Miami, emprendió una carrera de fondo que no acabó en boda pero sí en una hija.

Él estaba por Miami de parranda y ya se había hartado de la posición de Estrella de mar de Chenoa y la cambió por un modelo mejor. Resultó que no y le saldría muy caro.

Aún resuenan las lágrimas de Chenoa en la puerta de su casa anunciando una ruptura de la que se había enterado por la prensa.

Tuvo una hija llamada Ella. Nos imaginamos que si hubiera sido varón se llamaría Él.

Al nacer, empezó a pasar de los rizos de su marido.

El bautizo fue sonado. Parece que su familia miraba por encima del hombro a los Bisbal, y que Elena no queria que sus amistades de "alta alcurnia" se relacionaran con la humilde familia de Almería de Bisbal.

Poco después Bisbal encontró el permiso de conducir de otro hombre en la piscina. Tras unos meses se dio cuenta que el de la foto no era él y la mandó a paseo.

Ella le quiso sacar dinerillo y paguita. Lo consiguió y suerte tuvo que no lo viogenizara.

Desde ese momento, vive de los ingresos de lo que saca de sus joyas su hija. Entre la pensión y comercializarla. Incluso Bisbal tuvo que denunciarla para que parase.

Pero no le llegaba el dinero y sufría porque se había quedado sin Porsche y no tenía dinero suelto para pagar al séquito de servicio que cuidaba de su casa y la niña.

Se buscó un ricachón llamado David Arigita, pero tras dos años se buscó otra más joven.

Se le estaba pasando el arroz y las guarrillas de Instagram le estaba comiendo el mercado.

En 2016 comenzó a salir con Javier Ungría, otro ricachón muy beta. Se casaron en Cuba, pero por lo que se ve, casarse allí tiene menos validez que una una criptopeseta y se tuvieron que casar en Miami.

Con él tuvo otra hija. Anunció su embarazo en Auschwitz. Luego, al nacer le reventó el chochete y comenzó su derroición. Más le vale conservar a este pardillo y sacarle lo que sea, que a las cincuentonas no se las rifan los hombres precisamente.