Dª Elena Valenciano tiene el extraño mérito de haber medrado en una organización política sin más títulos que su capacidad para situarse en el momento justo y en el sitio adecuado. Su discurso deja bastante que desear, tanto en la forma como en el fondo y, siendo la número dos de la formación actualmente, da la impresión de que pretende un cómodo retiro en Europa ante la previsible derrota electoral de Alfredo Pe Punto. Dª Elena carece de formación universitaria, y sus conocimientos de idiomas son parejos al resto de su bagaje cultural, le sucede un poco lo que a Bibiana Aído, que obtuvo un destino en Nueva York, en Naciones Unidas, sin tener ni idea de inglés, supongo que algo habrá aprendido a lo largo de los años que lleva en ña Gran Manzana. Pero no puede uno dejar de preguntarse viendo esta sarta de insensateces, cuales son los motivos que mueven, en el aparato interno de los partidos políticos, a la designación de los candidatos; los resultados apuntan a luchas intestinas, interese creados y conveniencias personales mucho antes que al interés común, pareciéndose todos ellos más a la familia Corleone que a los dirigentes del bienestar público. Lo tantas veces repetido en este espacio: Son un verdadero problema, y de los más grandes.