La madre de Jacques está destrozada tras quedar viuda, se encuentra en un pozo del que no logra salir, lamentándose constantemente por lo sucedido. Seguramente sea ese estado permantente depresivo el que le impida ver más allá de sus narices y ver de qué forma afecta a su hijo su actitud. Sirva de ejemplo comentar que llega a cambiar el nombre de su pequeño, que deja de llamarse Jacques para llamarse Ivan (Vanvan, cariñosamente), como su difunto padre.
"Tampoco podía servirle a mamá de sustituto de mi padre, si bien a veces ella parecía esperar que así fuera. Entonces, ante tanta confusión y angustia, acababa por echarme en sus brazos y llorábamos juntos"Jacques está muy apegado a su madre, por lo que es inevitable que acabe interiorizando la ansiedad y la tristeza que esta proyecta en él. El pequeño siente que debe asumir un papel que no le corresponde, y todo porque la madre hace recaer sobre él todo el peso del luto." Yo no tenía del todo clara mi identidad. Había sido Jacques, Ivan, y luego Vanvan. De momento, la cosa quedaba ahí. Debía parecerme a ese padre que no había conocido. En resumidas cuentas, yo estaba duplicado: tenía que ser yo y mi padre."
Llegados a este punto más de uno de preguntará quién es Élisa y qué tiene que ver en todo esto. Élisa es una joven criada contratada para ayudar a otra que ya tenían. El pequeño Jacques se enamora perdidamente de ella desde que la ve. Ante una abuela severa y una madre traumatizada, la muchacha, simpática y cercana, supone un soplo de aire fresco para nuestro protagonista, que pasa junto a ella el máximo tiempo posible.Jacques es un niño muy sensible, impulsivo, sentimental, afectivo, necesitado de cariño, de pequeños gestos como abrazos, caricias, una mano a la que aferrarse. Por eso, queda a la interpretación del lector pensar si Élisa es el primer amor infantil del niño o si constituye ese refugio maternal que echa en falta. He disfrutado mucho de esta historia, con un final conmovedor, y con un protagonista que deja huella. Me ha encantado conocer al autor en esa etapa de su vida. Os lo recomiendo. Dadle una oportunidad. " Nunca me basté a mí mismo. Siempre he necesitado a otras personas, no tanto en espíritu o palabras como en la mera presencia carnal."