Educada en Canadá y nacionalizada norteamericana, era la personificación de la mujer profesional norteamericana. Se casó dos veces pero no tuvo hijos. Había estudiado para enfermera pero se pasó a la cosmética y abrió su primer salón en 1912 en Nueva York.
Su primer producto consistió en una pequeña gama de cremas y lociones; cuando murió, dirigía un imperio que fabricaba 450 productos diversos en 1.500 tonos diferentes, vendidos en todo el mundo. Levantó su empresa con la teoría de que el ejercicio, la dieta, el masaje y la buena postura eran esenciales para la belleza. Solía levantarse temprano, comía frugalmente, trabajaba a un ritmo frenético y trataba siempre a sus empleados despóticamente.
Arden fue pionera en una industria atrasada y antihigiénica que convirtió en un sector próspero y moderno, y en una verdadera contribución a la felicidad humana.