En tiempos de mediocridades como Sombras de Grey y otros sucedáneos igual de malos o incluso peores, quizá convendría releer Nueve semanas y media, de Elizabeth McNeill que visita este blog por el primer párrafo de dicha novela:
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La primera vez que nos acostamos me sujetó las manos por encima de la cabeza. Me gustó. Él me gustaba. Era hosco, en una forma que se me antojaba romántica; era gracioso, brillante, tenía una conversación interesante; y me daba placer.
Elizabeth McNeill en Nueve semanas y media (1986).
Traducción de Manuel Sáenz de Heredia.