No es fácil acometer un proyecto tan vasto en el tiempo, pues para llevarlo a cabo, hacen falta muchas experiencias que relatar y otras tantas anécdotas que recoger en el devenir de los días, pero Elizabeth Von Arnim lo hace con maestría a la hora de plasmar sus días al lado de los catorce perros que salen retratados en el libro, y que después de leerlo, se nos antoja que su disfrute total está directamente relacionado con el amor que cada cual profese a los animales en general, y a los perros en particular, pues cuando las diferentes razas y comportamientos caninos son analizados con la profusión, el placer y el cariño con los que lo hace la autora, éste no deja de ser un ejercicio de expiación y de amor hacia los perros, que en este caso llevará a aquellos lectores que no lo profesen, a una merma en el interés de lo relatado con el paso de las páginas, a pesar de que la técnica con la que está contado sea exquisita, pero que no deja de decaer, pues por mucho que nos esforcemos, hay cosas que el ser humano no puede compartir con los animales y viceversa, aunque en dicha relación existan unos frondosos y benévolos lazos de afecto entre ellos.
Sin duda, esta autobiografía perruna titulada, Todos los perros de mi vida, es una magnífica lectura para el verano, sobre todo, si lo que uno busca es que aquello que lee no le deje huella, salvo que los perros sean una de las pasiones de tu vida.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.