8,5
Diversas opiniones hay sobre esta última entrega de la trilogía Batman de Christopher Nolan. Por un lado hay quien ha salido encantado del cine, y por otro quien dice que es una película de acción más sin ningún recurso digno de mención. En mi opinión, y con toda sinceridad, estoy a favor de los primeros. Me ha encantado pero, he de admitir, ha sido sobre todo por la continuación de la historia. Me ha encantado ver a un Bruce Wayne después de ocho años de la pérdida de su gran amor. Me ha gustado contemplar cómo él, Alfred, Gordon, Fox, todos han envejecido y progresado, tal y como lo hacen las personas reales. Y creo que este es el mayor logro del film. El pasado viernes (en el estreno en España -por supuesto mi querido Ángel no hubiera aceptado verla un solo minuto después-) me encontré empatizando con todos los caracteres que ya conocía. Sintiendo el desánimo del héroe, los miedos de su mayordomo y guía, la integridad incorruptible del comisario. Fue emotivo y muy gratificante, y eso más que nada hizo que no despegase los ojos de la pantalla en las casi tres horas que dura la película. Por supuesto, junto con los viejos tenemos nuevos caracteres. Gente joven y no tan joven, cada cual desempeñando su papel con perfección. Me llamó la atención especialmente lo completa y madura que encontré a Anne Hathaway (tampoco es que tenga muchas referencias de ella en otros films, pero me la esperaba más intentando lucirse que centrada en su papel), y quizá porque me esperaba poco de ella fue la que más me sorprendió. También tengo que mencionar (porque no hacerlo sería un crimen) la espectacular y terrorífica presencia de Tom Hardy, del cual diría que es el mejor en el film si no fuera porque el resto y, sobre todo, el cuarteto original (Bale-Oldman-Freeman-Caine) son excepcionales desde cualquier ángulo que se los mire. Pero basta ya de hablar de personajes y actuaciones (en una producción así suelen abundar las buenas interpretaciones). ¿Qué hay, por ejemplo, de la historia? ¿Qué nos cuenta? En este sentido, debo decir muy a mi pesar que, pese a haberse ganado el director toda mi atención hacia cada uno de los movimientos de los principales, la historia en sí no tiene mucho que rascar. Hay momentos emotivos, es verdad, y escenas fabulosas, de miedo y de superación. Están, cómo no, los obligados momentos de desolación, ese punto de incertidumbre ante el precipicio que ya nos colocó Christopher Nolan en la segunda parte (por ejemplo con el dilema de los ferrys en mitad del río). Aún así, a esta tercera entrega le falta (aunque no del todo) ese puntito de bifurcación moral, más patente en The Kark Night, que podría haber hecho que esta película ascendiera, nunca mejor dicho, de ser una buena película a convertirse en una verdadera leyenda. Para finalizar diré -y ya sé que la perfección es imposible- que no habría estado de más haberse estrujado un poquito más los sesos por concluir el film con una secuencia de acontecimientos más original y pausada (que no relajada). Tiene además, como casi todas las películas de acción, ciertas concesiones propias de este género que le recuerdan a uno al verlas que está ante una obra de ficción. Muy pocas cintas de este tipo están hechas con rigor, pero en mi caso particular agradezco cuando lo que estoy viendo está lo suficientemente bien documentado como para que suene real. Concesiones y errores típicos aparte, es una digna sucesora y cierre final del mundo Batman creado por Nolan, y con la que, como dijeron en una página de crítica que ahora no recuerdo: que Dios se apiade de aquél que quiera hacer un reboot.