"No sabemos nada de nada y nos comportamos como si supiéramos, afirmamos íntimamente no saber nada para actuar socialmente como si supiéramos, somos de un exhibicionismo francamente irritante, comediantes de opereta, fatuos como rosa sin aroma. Ella se fue y quise yo prepararme desde el principio, para que no creyera nunca que su madre fuera a retenerla, vaya un criterio y vaya estupidez y vaya descubrimiento, cuando lo que yo más quería era tenerla entre mis brazos esa noche, esa primera noche de su vida nueva, esa primera noche de mi nueva vida, cuando ella era criatura entre nosotros, y seguramente que también era ella lo que más quería, pero yo dejé que la inteligencia se interpusiera, que el juicio dictaminara, que el futuro me poseyera y la separase de mi cuerpo con plena conciencia y con pleno dolor, un dolor innecesario, por otra parte, ahora lo comprendo, tarde, como siempre lo comprendo todo, y una conciencia estrecha, tanta ciencia sin conciencia..."
"...ya se sabe, no hay nada peor que acostumbrar a un crío a los brazos, no hay nada peor, ¿peor para quién?, ¿por qué peor?, ¿qué tienen que ver los brazos con la esclivitud?, ¿qué tienen que ver el afecto y la independencia? O es que necesariamente donde reina libertad amor no entra, tanto miedo a la ternura le tenemos, cuánto cuidado en mantener nuestro lado de piedra, como si al sentirnos o tocarnos nos deshiciéramos, como si sólo fuéramos capaces de mirarnos desde el rigor, la sospecha y la inclemencia..."
"...(cuántas veces hemos estado a solas con el otro, cuántas veces hemos estado con el otro a solas, la soledad más profunda, la del abandono, cuántas veces nos hemos sentido abandonados, ultrajados, humillados, cuántas veces nos hemos sentido maltratados y cuánto rencor hemos acumulado, rencor para devolverlo, para arrojarlo sobre nuestros hijos, lo que se deci lo más querido , nada como el amor de una madre, la madre es lo más sagrado, la madre de Dios, la madre del cordero, la madre del vino, honrarás a padre y madre, escupir nuestra frustación sobre los ojos y hacerlo, además, sin ser conscientes, como mucho saberlo cuando ya está hecho, y es así como cometemos desmanes, así, tontamente, sin darnos cuenta)"
"Pero no, damos vueltas y vueltas, cuántas vueltas damos a los asuntos, el aprendizaje masculino, lo emulamos porque nos han enseñado que es el aprendizaje, su intención de llevarnos a todos por el mismo raíl, de medirnos a todos con el mismo rasero, de igualarnos en la necesidad y en la tarjeta de crédito, sus valores -¿para qué vale?- y remedios -¿qué remedian?-, la cultura nos embauca, la cultura entendida como fenómeno masculino. Qué tedio tanta dicotomía, macho y hembra, los unos y los otros, yo y el mundo, hija y madre. Como si no fuéramos parte de lo mismo. Decís que hacer hijos es lo más grande, pero está claro que habláis por hablar, que mentís, porque de lo contrario no les mandaríais a la guerra, ¿en virtud de qué poder?, ¿es que hay algún poder que sea justificable?..."
Soriano, Mercedes: "Ella se fue" del libro "Madres e hijas". Compilación de Laura Freixas. Ediciones Anagrama